¿QUÉ TAL SI CONVERSAMOS? [1]
La
conversación y El Conversatorio
Víctor Hugo Mamaní y Equipo [2]
Avalos José Luis, Flores Raúl,
Lascano Teresita, Machaca Cecilia, Méndez Griselda, Morales Romina, Navarro
Liliana, Prieto Hugo, Ramos María, Vásquez Alcides.
INTRODUCCIÓN
Luego de la
visita de la Lic. Andrea Gauto [3] a uno de nuestros conversatorios sobre Identidad Cultural y
Trabajo Social (17/09/2010) surgió la necesidad de construir la respuesta a la pregunta ¿de qué hablamos cuando hablamos de conversatorios?
Si bien cotidianamente utilizamos el término y protagonizamos conversatorios en
nuestra tarea investigativa, pocas veces nos detuvimos a trabajar,
conceptualizar, describir o caracterizar lo que significamos con la palabra “conversatorio”, es decir que este documento describe nuestros
avances en ese sentido y el intento al decir de Mercedes Gagneten (2010) de
transformar en texto, nuestra práctica cotidiana.
El documento
consta de un recorrido breve por distintos autores que se refieren a la conversación
y que constituyen de alguna manera, nuestro andamiaje conceptual. Continuamos
con una aproximación a una síntesis narrativa de cómo se fue dando el proceso
de deconstrucción de la palabra conversatorio, y nuestra construcción
realizada.
Este documento
provisorio constituye un intento de conceptualizar dinámicamente la
conversación y enunciar la importancia
que le damos a la misma desde el movimiento intelectual denominado
construccionismo social -como lo llamó su creador Kenneth Gergen- al que
adherimos.
SOBRE LA CONVERSACION
En primer lugar
vamos a intentar un recorrido de nuestras principales referencias
bibliográficas, es decir lo que venimos leyendo y utilizando como horizonte
conceptual respecto la conversación en nuestras prácticas cotidianas.
Vamos a comenzar
por nuestro principal referente en Trabajo Social, que es Natalio Kisnerman,
quien en su “Reunión de Conjurados”
desarrolla con supuestos lectores
diferentes conversaciones sobre temas relacionados con la supervisión en
Trabajo Social. Nos sumerge de alguna manera en el conversar, que “etimológicamente, viene de cum, con, versare, dar vueltas. Reflexionar es justamente conversar con uno mismo o con
otros. Sócrates lo hacía con sus
discípulos, caminando Atenas. Nosotros al elegir el estilo conversacional, lo
hacemos con un supuesto lector, ese que puede ser cualquiera de ustedes y con
el que nos gustaría, en realidad seguir dialogando” (Kisnerman, 1999, p.8)
Kisnerman
también cita palabras de Humberto Maturana quien afirma que en el conversar
construimos nuestra realidad con el otro. El conversar es un modo particular de
vivir juntos, coordinando el hacer y el emocionarnos. Es por ello que el
conversar es constructor de realidades. Es en ese espacio relacional donde uno puede vivir en la exigencia o en la
armonía con los otros. O se vive en el
bienestar estético de una convivencia
armónica o en el sufrimiento de la exigencia negadora continua. Ya
Kierkegaard había señalado que la vida es una conversación, nuestras vidas son
conversaciones. Maturana también lo dice “una
comunidad humana está constituida como una red de conversaciones” (1992,
pp.22-25)
Durante nuestras
experiencias en el campo de la Salud Comunitaria ya veníamos repensando la
conversación en nuestras interacciones frecuentes con la gente de los barrios,
por considerarla acorde a nuestras concepciones de vida cotidiana y porque
nuestro ejercicio profesional transcurría como nuestras vidas, en
conversaciones permanentemente.
La idea de
conversación que tomamos, nos la aportaban por aquellos tiempos la antropóloga Beatriz Kalinsky y el médico
Wille Arrué (1996, p.41) “la idea de
conversación es usada, a veces, por los antropólogos (Gudeman y Rivera,
1989) para dar a entender que las tramas
de sentido van tomando cuerpo sólo a través del cotejo con los otros, en un
doble movimiento: como ámbito de coincidencias, pero también como un campo de
batalla, casi literal, aunque dando prioridad al diálogo pues, sin él, no hay
conversación. No creemos que haya algo que por sí sea incomunicable. Sí hay
condiciones que entorpecen o inhiben el diálogo. Pero las dificultades no están
en ellas, sino en la naturaleza del clima emocional e ideológico que se haya
creado”
Seguidamente los
autores describen sus experiencias en Salud Comunitaria centrados de algún
modo, en la conversación y en sus conversaciones; “Esta pintura de nuestros orígenes no ignora que el acto de comunicar
no es sinónimo de coincidencias; comprender no es igual a compartir, ni aceptar
tiene equivalencia con conceder. Es abrir los puntos de apoyo de nuestras
categorías preceptúales y conceptuales. Pero éste ha sido un duro aprendizaje
compartido que, todavía, avanza y retrocede. Todos juntos, quienes se fueron,
quienes continuaron con otros caminos, quienes permanecen y quienes fueron
llegando, tuvimos la oportunidad de confluir conversaciones dispares, anudarlas
en algunos aspectos y desanudarlas en otros. Conversaciones omitidas pudieron
recomenzar; otras estancadas vieron nuevos términos para replantearse; y otras,
con muy diferentes ámbitos de problemas, pudieron hallar más o menos comunes”.
Otro referente
es Humberto Maturana que en su capítulo Ontología del Conversar, nos dice que
vivimos una cultura que contrapone emoción y razón como si se tratasen de
dimensiones antagónicas del espacio psíquico; hablamos como si lo emocional
negase lo racional y decimos que lo racional define a lo humano. Al mismo
tiempo, sabemos que cuando negamos nuestras emociones, generamos un sufrimiento
en nosotros mismos o en los demás, que ninguna razón puede disolver.
Por último, cuando estamos en algún desacuerdo también decimos (aún en el
fragor del enojo) que debemos resolver nuestras diferencias “conversando” y de hecho, si logramos
conversar, las emociones cambian y el desacuerdo se desvanece o se transforma
con o sin lucha en una “discrepancia
respetable”.
¿Qué ocurre?
Pienso que aún cuando lo relacional nos diferencie de otros animales, lo humano
se constituye cuando surge el lenguaje en el linaje homínido al que
pertenecemos, en la conservación de un modo particular de vivir el
entrelazamiento de lo emocional y racional que aparece expresado en nuestra
habilidad de resolver nuestras diferencias emocionales y racionales
conversando. Es debido a esto que considero que es central para la comprensión
de lo humano, tanto en la salud como en el sufrimiento psíquico o somático,
entender la participación del lenguaje y de las emociones en lo que en la vida
cotidiana connotamos con la palabra conversar.
Y en este
sentido seremos reiterativos, la palabra conversar proviene de la unión de dos
raíces latinas, cum quiere decir “con”, y versare que quiere decir “dar
vueltas”, de modo que conversar en su origen significa “dar vueltas con” otro.
Es por esto que en su artículo la pregunta que se hace Maturana es ¿Qué ocurre en el dar vueltas juntos de los
que conversan, y qué pasa allí con las emociones, el lenguaje y la razón?
El lenguaje como fenómeno biológico consiste en un fluir en interacciones
recurrentes que constituyen un sistema de coordinaciones conductuales
consensuales (Maturana, 1978, 1998).
De esto resulta
que el lenguaje como proceso, no tiene lugar en el cuerpo (sistema nervioso) de
los participantes en él, sino que en el espacio de coordinación conductuales
consensuales que se constituye en el fluir de sus encuentros corporales
recurrentes. Ninguna conducta, ningún gesto o postura corporal particular,
constituye por sí solo un elemento del lenguaje, sino que es parte de él sólo
en la medida en que pertenece a un fluir recursivo de coordinaciones
conductuales consensuales.
Así, son
palabras sólo aquellos gestos, sonidos, conductas o posturas corporales, que
participan como elementos consensuales
en el fluir recursivo de coordinaciones conductuales consensuales que
constituyen el lenguaje. Las palabras son, por lo tanto, nodos de
coordinaciones conductuales consensuales; por esto, lo que un observador hace
al asignar significados a los gestos, sonidos, conductas o posturas corporales,
que él o ella distingue como palabras, es connotar o referirse a las relaciones
de coordinaciones conductuales consensuales en que él ve tales gestos, sonidos,
conductas o posturas corporales.
En estas
circunstancia, lo que un observador ve como el contenido de un lenguajear
particular, está en el curso que siguen las coordinaciones conductuales
consensuales que tal lenguaje involucra, en relación con el momento en la
historia de interacciones en que ellas tienen lugar, y que a su vez es función
del curso que siguen esas mismas coordinaciones conductuales en el momento de
realizarse.
Al mismo tiempo,
como en los encuentros corporales, en
los participantes en el lenguaje se gatillan mutuamente cambios
estructurales que modulan sus respectivas dinámicas estructurales, estos
cambios estructurales, siguen a su vez cursos contingentes al curso que siguen
las interacciones recurrentes de los participantes en el lenguajear.
Dicho de otro
modo, las palabras constituyen operaciones en el dominio de existencia como
seres vivos de los que participan en el lenguaje que, como resultan en que el
fluir de cambios corporales, posturas y emociones de éstos tiene que ver con el
contenido de su lenguajear. En suma
lo que hacemos en nuestro lenguajear
tiene sus consecuencias en nuestra dinámica corporal, y lo que pasa en nuestra
dinámica corporal tiene consecuencias en
nuestro lenguajear.
Otro referente
más actual que utilizamos en nuestras prácticas, es Ricardo Ramos Gutierrez,
referente en España, especialista, en todo lo que concierne las terapias
posmodernas de tipo Construccionista Social, narrativa o conversacional. A
través de libros, revistas, cursos y congresos, las ha dado a conocer y
justificado, siempre desde una perspectiva personal. Y no solo ha
explicado sino que ha cuestionado algunos
de sus supuestos o sus técnicas, las ha corregido o les ha abierto nuevos
horizontes. Ricardo Ramos es un terapeuta que escucha, lo que constituye un
buen método de fomentar que el otro hable y de hacer posible una conversación
interesante sin suscitar rechazo o prevención. Pero su escucha no es
silenciosa, sino dialogante. No solo conversa con las personas presentes en el
siempre restringido escenario de la sesión terapéutica, sino que se comunica
con otros miembros de la red que pueden o deben estar interesados en el tema
que ha suscitado la alarma. Es además un pensador sólido, es un erudito y se
responsabiliza de ello, y busca también sus propios apoyos teóricos para
afianzar o mejorar los modelos originales. Ramos trabaja con las
conversaciones, ampliando novedosamente el número de conversadores y toma de este modo, partido por los actos del
habla, tan variados como preguntar, amenazar, aconsejar, seducir, consagrar,
prometer, atemorizar, consolar, recriminar, etc. Ramos considera los efectos buscados
y los efectos que realmente provocamos cada vez que hablamos; y “…con Bajtin, describe las conversaciones
como procesos continuados de actos y de
respuestas a las que les siguen otras respuestas, de un modo que recuerda a los
procesos de comunicación de Watzlawick, aquellos que cada uno puntuaba a su
manera” (Ramos, 2008, p.18)
Hace poco (al
menos nosotros) descubrimos el texto de John Shotter “Realidades Conversacionales” que dentro del Construccionismo Social
ha dado voz a muchos temas y se ha dedicado a describir los rasgos decisivos
del mundo o los mundos conversacionales dentro de los cuales reside nuestro
ser. Pues la conversación no es sólo una
de las muchas actividades que desarrollamos en el mundo. Por el contrario nos constituimos y
constituimos nuestros mundos en la actividad conversacional. Esta es fundante
para nosotros. Compone el fondo, comúnmente ignorado, en el cual arraiga
nuestra vida (Shotter, 1993, p. 9)
Como pistas en
el tema, Shotter cita en sus epígrafes
lo siguiente
“la realidad humana primaria, son personas
en conversación” Harre, 1983, p.58
“Fluye la conversación, la utilización y la
interpretación de las palabras, y solo en su transcurso tienen significado” Wittgenstein, 1981, nro.135
“La conversación entendida con suficiente
amplitud, es la forma de las transacciones humanas en general” MacIntyre, 1981, p.197
“Si consideramos el saber, no como posesión
de una esencia que ha de ser descripta por los científicos o por los filósofos,
sino más bien como un derecho a creer, según los criterios actuales estamos
entonces bien encaminados para ver en la conversación el contexto último en el
que debe entenderse el conocimiento” (Rorty, 1980, p.389)
SELA SIERRA DE
VILLAVERDE Y NATALIO KISNERMAN
Trabajadores Sociales de Impronta Conversacional
En varias
oportunidades, en conversaciones cotidianas con mi maestro Natalio Kisnerman y
con la mágica Sela Sierra en su departamento de Amenabar los escuchaba hablar
de sus conversatorios, mi juventud entusiasta algo acelerada no me permitía
detenerme a repensar la profunda filosofía del diálogo que sostenían estos
Clásicos del Trabajo Social Latinoamericano. Filosofía del diálogo como fundamento ético –ecológico en las
profesiones de ayuda, como base y fundamento para la educación para la paz,
reivindicando la concepción dialógica del hombre ayudando y ayudándose en la
reconciliación consigo mismo y con el medio físico, el entorno medioambiental y
el propio universo al decir de Jesús Hernández Aristu (En Kisnerman, 2001,
pp.63-65)
Seguramente
existen otros antecedentes sobre autores que hablan y escriben de los
conversatorios como técnica o procedimiento. Nosotros tomaremos a Kisnerman y
Sela Villaverde por especificidad profesional y porque son quienes desde la cercanía de su generosa amistad,
señalaron este camino. A ellos también este sentido homenaje al recordarlos.
De Natalio
Kisnerman diremos que incursionó en estos conversatorios, por todas las
universidades e instituciones de los países de Latinoamérica que visitó. En
cada conversatorio dejaba en evidencia su intención de “natalizar” al decir de
Cesar Barrantes [4] (2005) y como decía Dinorah Fait Villalobos [5] “su carisma y dedicación para orientar y
guiar a estudiantes siempre estuvo presente en él, así como su perfil de un
alto tenor académico y técnico y muy bajo desde lo político”
Quienes lo
conocimos y tuvimos la oportunidad de compartir y conversar con él, formamos
carácter y opinión crítica, recibimos
una impronta que modificó nuestra forma de interpretar el mundo y sus
problemas, dotándonos de nuevas formas de pensamiento y afectividad.
El grupo de
estudio Trabajo Social Crítico, de Bogotá (Colombia) resalta de Natalio
Kisnerman “su generosidad y sinceridad
para compartir con nosotros su pensamiento y sus sueños aportándonos no solo a
la construcción de conocimientos, sino a relacionar estos con las vivencias cotidianas, con las
cuales nos invitó a asumirnos como pueblo, a relacionarnos desde la hermandad…”
ello da cuentas de la impronta que le ponía a cada encuentro conversacional.
Finalmente,
citaremos a Marcos Chinchilla Montes [6] (2005) “Natalio poseía una suerte de magia que embrujaba a las y los
presentes; era la suma de su fama que venía desde los años 60, el encanto de un
adulto mayor que seguía activo en la profesión, el que siempre tenía una
palabra para explicar la profesión, la gente se desvivía por escucharlo”, “La magia de Kisnerman era evidente, por lo
dicho y por su calidez y contundencia humana, por sus respuestas que amarraban
y desamarraban recuerdos, acciones profesionales y respuestas a los desafíos
profesionales que dichosamente no dejan de faltarnos nunca en el Trabajo
Social”, “En el baile de cierre en la
fría Bogotá, puntual estaba Natalio entre la multitud de estudiantes. Mientras
la salsa, el ballenato y el merengue deleitaban nuestros cuerpos, Natalio
seguía hablando (conversando) y enseñando sin preocuparse de los ritmos…”
“…frente a una bandeja paisa de dimensiones descomunales que devoró en buena
parte, los estudiantes le seguían haciendo preguntas sin descanso”.
Emotivamente
continuamos con los conversatorios de Sela Sierra de Villaverde; “cuando recuperábamos nuestros encuentros,
hacíamos conversatorios y sumábamos sinergias, como a ella le gustaba decir”
(Carmen Alós)
Norberto Alayón
la describe como “afable, entusiasta,
intensamente encariñada con la profesión, inquieta, perspicaz, conversadora
(muy conversadora) (En Melano, 2008, p.15)
Cristina Melano
en su obra nos lleva a reflexionar que evocar a Sela Sierra es reeditar una
vasta cartografía de hechos, de imágenes que aparecen en la mente y que
movilizan las emociones. Pero también es recordar múltiples conversaciones en las que intercambiábamos
miradas sobre cuestiones que hacen al sentido de una pasión en común: el
Trabajo Social. Sela era una gran
conversadora, adoraba organizar “conversatorios” en los que, como anfitriona, proponía temas
de reflexión. Es imposible imaginar a Sela callada: ella “conversaba”; a través
del diálogo ameno, intercambiaba con la alteridad. Con una inconmensurable
capacidad narrativa, hilvanaba relatos que se ramificaban desde una idea
central, cautivantes en sí mismos. Y en esas charlas interminables aparecía la
ávida lectora de literatura, de poesía, de humanidades, de ciencias sociales.
Nosotros también
contribuimos en la obra de Cristina Melano (2007, pp.44-45) pues además de
conversadora nuestra maestra Sela Sierra, en sus palabras y escritura nos
investían de riqueza teórica, conceptual e imaginación creativa, además
impactaban emocionalmente “Escribirte y
leerte fueron y son las cosas que más disfrute en mi vida. Me adviertes que en
algún momento trastabillaré, tropezaré, que caminaré iluminado por la luz de
muchos, hasta que un día seguiré mi propia luz… Haces una pausa, nos invade un
silencio que es extraño en ti, pues eres una incansable sostenedora de espacios
conversacionales” (Mamaní, Víctor Hugo en Melano, 2007)
En este sentido
hace poco, durante una visita a nuestro equipo de trabajo, Susana Malacalza nos
decía algo similar en nuestro estudio “Sela
organizaba conversatorios, los famosos conversatorios de Sela…”
Hasta aquí
nuestro recuerdo y homenaje a nuestros maestros en la conversación y a quienes
nos iniciaron en la importancia de sostener momentos conversacionales:
conversatorios.
SOBRE EL CONVERSATORIO
Para el enfoque
construccionista, la realidad es tal para nosotros como resultado de nuestra
construcción subjetiva de la misma. El sentido común permite a las personas, en
su cotidianidad, comprender sus conductas y sus acciones, así como entender la
de los otros y adecuar en consecuencias sus acciones (Kisnerman, 2005, p.1)
Es por ello que
además de lo que tenemos como información escrita sobre los conversatorios
nosotros expondremos aquí, nuestra versión de lo que es para nosotros un
conversatorio y su dinámica.
¿Qué son nuestros conversatorios?
Algunos decimos
que es un espacio, otros un lugar donde desarrollamos un proceso dialógico en
libertad. Un lugar de encuentro, de intercambio y de crecimiento mutuo. Un
encuentro que se va construyendo en sí mismo en la medida que nosotros, los conversantes vamos dando de
nosotros, desde nuestros equipajes personales y socioculturales, desde nuestra
historia y saberes culturales, desde nuestros afectos. Lugar de intercambio de
palabras, significados, interpretaciones, acuerdos y desacuerdos.
¿Cuál es el objetivo?
Para formular
objetivos deberíamos seguir una formalidad que aquí la obviamos porque
consideramos que podemos decir lo mismo, pero en libertad y sin protocolos. El
conversatorio busca fomentar y promover
el diálogo ameno, cálido, afectivo que lleve a los conversantes a la reflexión
crítica más que a exigir dominios de conocimientos sobre un tema o problema que
nos convoca. En el conversatorio seguimos la huella del ejercicio y desarrollo
de nuestros pensamientos, que nos lleva a “estar
en lo que se habla” y por ende hablar en libertad. Ello no quita que
emitamos conceptos, críticas, dudas, replanteos, reformulaciones, es decir que
construyamos un diálogo educativo.
¿Cuál es la dinámica de nuestros conversatorios?
Creemos que no
existe “la dinámica”, “el modo”, decimos que es una
construcción, los conversantes
protagonistas vamos construyendo nuestro propio conversatorio. Nuestros conversantes que actualmente son 10
miembros estables, decidimos no incorporar otros miembros por ser nuestra
primera experiencia.
Hicimos una
convocatoria para participar de grupos de lecturas y conversatorios sobre
Construccionismo Social y la obra de Natalio Kisnerman. Creo que todos después
de escuchar en clases el enfoque teórico-metodológico de Kisnerman, nos
sentimos identificados y atraídos por el mismo y nos convocaba profundizar un poco más en su
propuesta. También saber un poco más al autor y su prolífica obra en Trabajo Social.
Fuimos
invitados, aceptamos, nos inscribimos y fuimos. Llegamos y nos presentamos,
cada uno fue comentando tímidamente los motivos que lo llevaron a participar
del mismo. El moderador presentó unos ejes temáticos, entregó documentos o artículos de lectura a
trabajar durante el primer mes, todos los viernes de 18:30 a 21:00. Había que
realizar lecturas para interiorizarse del tema nada más, el conversante que no podía leer,
igual trataba de no faltar, se retroalimentaría con el resto. Todo
transcurría según lo planificado y de acuerdo a las características señaladas
anteriormente.
En uno de los
encuentros abordamos los diferentes paradigmas y emergió entre los aportes; el
paradigma ecológico y su relación con la cosmovisión andina, y la relación de
estos con cada uno de los conversantes.
Surgió así, un emergente que nos motivó
a incursionar en un proyecto de
investigación del cual somos protagonistas “Discursos
y Prácticas culturales de la cosmovisión andina presentes en estudiantes de la
carrera de Trabajo Social de San Salvador de Jujuy”.
En todos los
encuentros registramos lo conversado, cada conversante
llevaba sus registros, se enriquecía de ellos. En otras oportunidades y hasta
el presente grabamos nuestros conversatorios, para luego desgravar (difícil
tarea) y sistematizar la información. En oportunidades proyectamos videos que constituían disparadores de nuestros
conversatorios o bien utilizamos ese medio como cierre de nuestro
conversatorios.
En otros casos
los emergentes grupales nos llevaron por caminos impensados, a trabajar
temas que si bien eran propuestos por
algún conversante, eran de interés de
todo el grupo, del cual siempre salimos enriquecidos. Dando cuentas de un
encuadre flexible.
Intentamos que
el resultado provisorio de cada conversatorio quede plasmado en documentos
consensuados antes de salir al público. Nosotros trabajamos con un moderador
quien orienta la reflexión desde preguntas a otras preguntas.
Durante estos
últimos meses recibimos a profesionales invitados en el estudio [7], donde conversamos reflexiva y críticamente sobre
temas fijados o emergentes. Por ejemplo conversamos sobre la familia y el
enfoque sistémico, sobre nuestras elecciones vocacionales y nuestras prácticas
pre-profesionales, sobre los movimientos sociales en nuestra provincia y la
construcción de subjetividad, el papel
de los estudiantes de Trabajo Social. Cada conversatorio está nutrido de una
llegada y recibimiento acogedor, de
seriedad y respeto por el tiempo y la palabra de cada conversante, del sentido del humor, del afecto, de una despedida afectuosa al momento del
cierre.
¿Qué caracteriza a nuestros conversatorios?
Vamos a narrar
aquí lo surgido de nuestro conversatorio sobre el conversatorio, que a modo de
lluvia de ideas, fueron surgiendo e inspirando nuevas ideas. Se trata de un
momento distinto a los conocidos en aulas y otros espacios académicos, nuestro conversatorio intenta ser
constructivo, amplio y también más educativo que la sola argumentación teórica,
creemos que este tipo de argumentaciones solo desde la teoría, (transmitida por
nuestros docentes) empobrece el criterio de los conversantes al momento de tratar o abordar un tema o problema.
A través del
conversatorio los conversantes – en
nuestro caso estudiantes- seguimos
nuestras reflexiones y emociones en el despliegue de opiniones sobre el
tema que tratamos y sobre los propios conceptos. Estos conceptos emergen y son
los propios conversantes quienes
valoramos la pertinencia, veracidad o no, de lo puesto en palabras. En este
intercambio, surge la posibilidad de que cada conversante reencuentre sentidos y reelabore o no -con el aporte de
otros conversantes- su pensamiento, sentimiento y acción. De este modo
empezamos a transitar el camino de pensar con otros y pensarnos a nosotros
mismos.
Lenguajeamos al
decir de Maturana, pensamos, reflexionamos, sentimos que es posible investigar-nos
valiéndose-nos del propio razonamiento, del diálogo fraterno y afectuoso, desde
los saberes académicos, de nuestros saberes y prácticas culturales, de los que
somos portadores.
En este
encuentro descubrimos las propias dificultades personales, ideológicas,
políticas, filosóficas, religiosas, morales. También nuestras limitaciones de
carácter intelectual, cultural o de personalidad. Emergen frustraciones,
decepciones, sueños, deseos y proyectos. Sinergias diría Sela Sierra, sinergias
a las cuales sentimos que pertenecemos pues habitamos lo que decimos.
En ocasiones los
argumentos, las explicaciones racionales, los aportes de los
conversantes-estudiantes de una clase suelen ser más efectivas que las dadas
por los mismos docentes o moderador del conversatorio.
Tratamos en lo
posible, poner entre paréntesis al decir de Maturana, algunos condicionantes
como la autoridad, el apremio del tiempo, la exigencia a participar o el temor
a ser considerado “lento” para el aprendizaje. Cada uno tiene su tiempo en el
tiempo del conversatorio.
Buscamos
corrernos de la crítica irrespetuosa, la corrección ofensiva diría Pablo Valle [8],
los juzgamientos hirientes, tratando de presentar nuestras ideas sin censura y
estimulando todas las ideas por muy “erradas”
que puedan parecer. Estamos convencidos que la idea del conversante – compañero puede estimular e inspirar las propias
ideas y visiones. Las ideas se retroalimentan desde el acuerdo y el desacuerdo,
inspirando cambios cualitativos en las intervenciones de los conversantes.
Nos ejercitamos
en conversar, acción básica que se está perdiendo en la vida cotidiana, en ella
construimos realidades. Intercambiamos ideas, interpretaciones sueños,
tristezas y alegrías, emociones, visiones, argumentos contradictorios conflictivos,
compartidos, provocadores, novedosos. Como verán los consensos de ideas y
planteamientos, no quitan nuestro sueño, pueden estar como no estar.
En nuestro caso
en particular, en los conversatorios no faltan el mate, galletas, masas, algún
brindis y comidas compartidas que representa de alguna manera lo que sentimos
en ese encuentro humano y pedagógico, encuentro de risas y alegrías, sentido
del humor, que es un modo también de
resistir. Como refiere Guillermo Brown, “poco
se escribe de la risa y su importancia en la educación popular. Y es que la
risa se nos ha vuelto clandestina. En las aulas no se ríe, en la iglesia no se
ríe, en el sindicato o en el partido tampoco se ríe (o se ríe cada vez menos)
La risa está reservada a la taberna con los amigos o al patio de la casa. Tal
vez los educadores, los dirigentes, piensan que riendo y haciendo reir pierden
autoridad. O simplemente por rutina repiten la misma pesadez con que ellos
mismos fueron formados. Antes se decía: la letra con sangre entra. En realidad
entra con risa. No hay buena pedagogía sin buen humor. La educación Popular…”,
el Trabajo Social, la Animación Sociocultural, etc., “…si son o pretenden ser
populares, serán divertidos. Porque al pueblo le gusta reirse, disfrutar,
brindar, lo necesita. Reirse para descansar y para resistir”. Nosotros
agregamos para resurgir.
Presentamos de
este modo nuestra construcción que seguramente nos estaremos olvidando de
algunas cosas, pero por ahora es nuestra construcción, de lo que hoy
denominamos nuestros conversatorios.
Jujuy, 30 de
Setiembre.22:00Hs.
BIBLIOGRAFÍA
Brown, Guillermo (1998): Qué tal si jugamos… otra vez,
Nuevas experiencias de los juegos cooperativos en la educación popular, Buenos
Aires, Lumen-Hvmanitas.
Chinchilla Montes, Marcos (2005): Boletín Electrónico Surá,
Escuela de Trabajo Social Universidad de Costa Rica.
Gagneten, Mercedes (2010): Taller de Sistematización, En
Jornadas Científicas del Instituto Superior Populorum Progressio-Intela, Jujuy.
Gergen, Kenneth (2005): Construir la realidad. El futuro de
la Psicoterapia, Barcelona, Paidós.
Hernández Aristu, Jesús (2001): La filosofía del diálogo
como fundamento ético-ecológico en las profesiones de ayuda, en Ética, ¿un
discurso o una práctica social?,
Kisnerman, 2001, Buenos Aires, Paidós.
Kalinsky, Beatriz y Arrué, Wille (1996): Claves
antropológicas de la salud. El conocimiento en una realidad intercultural,
Buenos Aires, Centro Editor de América Latina.
Kisnerman, Natalio (1999): Reunión de conjurados. Conversaciones
sobre supervisión, Buenos Aires, Lumen-Hvmanitas.
Kisnerman, Natalio (2001): Ética, ¿un discurso o una
práctica social?, Buenos Aires, Paidós.
Kisnerman, Natalio (2005): Pensar el Trabajo Social. Una
introducción desde el construccionismo, Buenos Aires, Lumen-Hvmanitas.
Malacalza Susana (2010): Conversatorio, Jujuy, Centro de
Estudios Jakasiña.
Maturana, Humberto (2004): Desde la Biología a la
Psicología, Buenos Aires, Lumen.
Melano, Cristina (2008): Sela Sierra, Asistente social crítica
y esperanzadora, Buenos Aires, Lumen-Hvmanitas.
Ramos Gutierrez, Ricardo (2008): Temas para conversar,
Barcelona, Gedisa.
Shotter, John (1993): Realidades conversacionales, La
construcción de la vida a través del lenguaje, Buenos Aires, Amorrortu.
NOTAS.
[1] Ponencia en Jornadas:
“Experiencias en salud comunitaria y educación. Un enfoque intercultural”. Proyecto de Extensión:
Haciendo Camino al Andar. Resolución CD 036/07. 10 de Noviembre de 2010.
Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Departamento de Trabajo Social.
Universidad Nacional de Misiones. Derechos reservados a favor del/los
autor/es del artículo.
[2] Protagonizaron el conversatorio del cual surgió este
documento los estudiantes de Trabajo Social Avalos José Luis, Flores Raúl,
Lascano Teresita, Machaca Cecilia, Méndez Griselda, Morales Romina, Navarro
Liliana, Prieto Hugo, Ramos María, Vásquez Alcides.
[3] Lic. En Trabajo Social de Universidad Nacional de
Misiones
[4] Director de Relats.
[5] Profesora e
Investigadora de la Universidad Nacional del Comahue.
[6] Editor Boletín Electrónico Surá. Escuela de Trabajo
Social Universidad de Costa Rica.
[7] Lic. En Psicología
Liliana Menú (Jujuy), Lic. Mg. Susana Malacalza (La Plata), Lic. Andrea
Gauto (Misiones)
[8] Responsable de la corrección de textos de la Editorial
Lumen Humanitas.
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