Aportes
al Trabajo Social Comunitario
Víctor Hugo Mamaní[1]
Jujuy, 2008
Resumen
El trabajo presenta reflexiones sobre
el Momento de Inserción, primer momento metodológico del Trabajo Social
Comunitario en particular y del trabajo comunitario en general. Las mismas
emergen de espacios conversacionales sobre textos de especialistas y
fundamentalmente de las prácticas profesionales del autor y el equipo
comunitario que coordina. Integran el trabajo, lineamientos conceptuales y
metodológicos que se van re-trabajando permanentemente, sobre todo desde la
perspectiva intercultural, donde emergen los equipos interculturales como
propuestas alternativas a los equipos interdisciplinarios. Se recorren
diferentes dimensiones del proceso de inserción, sus modalidades, la inserción
como encuentro conversacional de culturas, como instancia de conocimiento en
acción y de construcción de relaciones de confianza, como un posicionamiento
estratégico. Se citan notas sueltas
sobre la inserción, resultado de conversaciones y lecturas situadas en el
equipo de trabajo. Finalmente se aborda la construcción de un posicionamiento
ético, político e ideológico de nuestro ejercicio profesional comunitario.
Aportes
al Trabajo Social Comunitario
Víctor Hugo MAMANI
Yo he venido a su taller para invitarlo a que
trabajemos juntos
Le explico mi proyecto: imágenes de él, sus artes
de grabado, y palabras mías.
Él calla. Y yo hablo, explicando. Y él, nada.
Y así sigue siendo, hasta que de pronto me doy
cuenta: mis palabras no tienen música.
Estoy soplando en flauta quebrada.
Lo no nacido no se explica, no se entiende: se
siente, se palpa cuando se mueve.
Y entonces dejo de explicar, y le cuento.
Eduardo Galeano
Las palabras andantes.2001.Catálogos.
Introducción
Presentamos
aquí, una serie de reflexiones sobre el Momento de Inserción como primer
momento metodológico del Trabajo Social Comunitario en particular y del trabajo
comunitario en general. Las mismas surgen de espacios y momentos
conversacionales sobre textos de especialistas y fundamentalmente fueron
construidas durante nuestros 10 años de ejercicio profesional comunitario
Lleva en su
esencia lineamientos de nuestro Esquema Conceptual Metodológico y conceptos que
vamos re-trabajando permanentemente desde la perspectiva construccionista e
intercultural, llegando a la construcción de equipos interculturales como dispositivos alternativos a los equipos interdisciplinarios en el
trabajo comunitario. En este sentido recomendamos ver nuestro trabajo “En- red- ando Salud y Calidad de Vida”
(Mamaní y Equipo, 2009)
Transitamos
por diferentes dimensiones contenidas en el proceso de inserción, sus
modalidades, la inserción como lugar y tiempo donde acontece un encuentro conversacional
de culturas, como instancia de conocimiento en acción, como “un conocer haciendo” (Bertucelli, 1995).
Inserción como posibilidad de
construcción de relaciones de confianza desde
un posicionamiento estratégico
Desplegamos pensamientos y notas sueltas sobre la
inserción, como resultado de conversaciones, lecturas y reflexiones situadas,
para, finalmente, acercarnos a la construcción de un posicionamiento ético,
político e ideológico de nuestras prácticas profesionales comunitarias.
Abordamos nuestro proceso metodológico desde el Construccionismo
Social, y decimos intentamos porque
nuestro compromiso con este enfoque arranca con las enseñanzas del maestro
Natalio Kisnerman en el año 98 y lleva unos pocos años. Dicho compromiso fue
creciendo a medida que nuestra realidad nos fue exigiendo la utilización de un
enfoque cualitativo en el trabajo con nuestro pueblo, pueblo que no puede
seguir siendo objeto de manipulación.
Los paradigmas tradicionales que sirvieron de base a
las ciencias sociales entraron en crisis y en la década de los ochenta,
irrumpió este enfoque, permitiéndonos operar en el plano de las
representaciones, valoraciones e interpretaciones que los sujetos le asignan a
su realidad, realidad interpretada y expresada a través del lenguaje en
acciones comunicativas intersubjetivas.
El construccionismo es un enfoque abierto,
epistemológico y transdisciplinario, en el que se articulan diversas
disciplinas (Kisnerman, 1999, p.16) solo es instrumental, no es un modelo
ni algo que podamos recetar con la certeza de resultados óptimos. Nos facilita estar más humanamente
con el
pueblo, pueblo que otorga sentido al título que nos acredita
como profesionales (Idem, p.9) Al decir pueblo nombramos a todo ese gran sector humano que subsiste
por su esfuerzo y trabajo, a ese sector que calladamente costea nuestros
estudios y el bienestar de una minoría, y que no puede acceder a nuestros
servicios profesionales (Kisnerman,
1990, p.10)
Nuestro trabajo se sustenta en una ética de la
actuación profesional basada
“en el reconocimiento de la existencia de una
realidad multicultural objetiva, pero que tiende a construir la
interculturalidad, coincidiendo así, con el
posicionamiento de Natalio Kisnerman”
(Aab,
2002, p. 174) Es en esa trama relacional intercultural, en la vida cotidiana de
nuestro pueblo, donde nosotros decidimos
legitimar nuestro ejercicio profesional.
Nuestro
abordaje teórico y metodológico contempla la Inserción , la
Deconstrucción, la Construcción y la Reconstrucción, la Evaluación y la Sistematización, como procesos coexistentes
e integrados. El momento de deconstruir es el momento para comprender cómo se
ha ido construyendo la situación problema y también qué preconceptos,
representaciones, prejuicios, supuestos, están operando como barreras u
obstáculos para intentar, desde la situación construida (comprendida),
reconstruir una situación superadora, mediante nuevas prácticas (Kisnerman,
2005, p.221) que será evaluada junto a los protagonistas de la acción.
Ya
en un compilado nuestro sobre Servicio
Social de Grupo (Mamaní, 2003, p.204)
habíamos arriesgado una construcción propia sobre el proceso de
inserción, como primer momento del proceso metodológico, momento de aproximación
progresiva a través de encuentros sucesivos con instituciones y con los sujetos
en los espacios locales, emergentes ellos
en una red vincular con otros sujetos (dinámica vincular) en un interjuego fundante de necesidades –
satisfactores, lo que remite a una dialéctica intersubjetiva. Todas estas
relaciones hacen que se construyan como tales socialmente, que sean históricos,
en tanto están fechados en el tiempo y espacio, con capacidad de reflexionar y
resolver los problemas de la propia existencia. (Kisnerman, 2005, p.155)
En
la actualidad y desde nuestra experiencia comunitaria con sectores
empobrecidos, desde una perspectiva intercultural, consideramos La Inserción
como: el primer momento metodológico que implica; un conjunto de
acciones de aproximación progresiva a las condiciones concretas de existencia
de las poblaciones indolatinoamericanas, participando de y en su vida
cotidiana, de y en sus prácticas culturales, con el objetivo de “conocer haciendo”, construir relaciones
de confianza y emerger junto a nuestras poblaciones, con respuestas
equivalentes a los problemas que nos afectan. Significa ingresar
estratégicamente a su territorio existencial,
desde la acción crítica-reflexiva,
con un genuino y respetuoso interés social, con una actitud permanente
de honesta búsqueda, participando de y en los dispositivos de cooperación y
búsqueda de salud y bienestar, existentes y en movimiento. La calidad de
dicho proceso de entrada y relacionamiento, permitirá desde y con sus
narrativas, realizar con comunidades, grupos o familias; los análisis de
situaciones-problema prioritarios (Deconstrucción).
Dicho análisis, siempre contextualizado socio-culturalmente, posibilitará
articular, interpretar y comprender cómo
se construyó cada una de las situaciones - problema, otorgándole nuevas
significaciones, distinguiendo aquello que es necesario transformar (Construcción). De esta manera llegamos a la Reconstrucción ;
momento en el que democráticamente, nuestras prácticas y realidades, lo
existente, es transformado. Construir una situación nueva, implica para
Kisnerman una planificación estratégica (para nosotros: diálogos apreciativos y diálogos generativos- conversaciones
transformadoras) (Nchitman, 2008) donde
emerge como necesario, conformar en lo posible, equipos entre pueblo,
técnicos y políticos, comprometidos todos en un proceso de transformación socio-cultural.
Re-pensar la
Inserción es
contemplar la posibilidad de incluirnos en el movimiento comunitario y el de
sus instituciones, de ir arraigándonos en el lugar, de ir cultivando relaciones
de confianza con los vecinos, de construir el “yosotros” de Unamuno. Entendido en el marco de un dialogo
intercultural, como la construcción de un “nosotros”
sin perder las dimensiones de nuestro yo, el cual por el contrario no se
desdibuja sino que toma nueva forma en un
intenso proceso de crecimiento.
Este proceso se nos presenta como una construcción, donde
construimos una relación dialéctica entre nuestros conceptos y la realidad que
comenzamos a construir-vivir, estableciendo relaciones intersubjetivas. Es un
proceso de aprendizaje y reelaboración de situaciones problemas con las que nos encontramos y de
nuestros procesos personales en torno a la realidad que comenzamos a compartir.
Maritza Montero (2006, p.78) refiere que se trata de un proceso
sociocognocitivo en el cual como agentes externos e internos iniciamos o
profundizamos un conocimiento mutuo captando y aprehendiendo aspectos de la
cultura de cada grupo, a la vez que encontramos puntos de referencia comunes,
evaluamos los intereses que movilizan a cada grupo, desarrollamos formas de comunicación,
descubrimos peculiaridades linguísticas y comenzamos a desarrollar un proyecto
compartido. Es además un proceso que nos introduce a los agentes externos en el
conocimiento de la comunidad, transformando en habituales y entendibles los
aspectos específicos de cada comunidad.
Modos
de Inserción
Vamos a retomar lo dicho en nuestro compilado, la inserción
en instituciones y comunidades presentan características diferenciadas. Estas diferencias
tienen que ver con el contexto y
dinámica relacional donde nos insertamos (comunidad e instituciones) la
periodicidad y cantidad de acercamientos sucesivos a los actores en su vida
cotidiana, o a la dinámica institucional. En este sentido identificamos dos
modos de inserción:
La inserción
disolvente:
implica que un equipo se sumerge en la realidad y se disuelve, se pierde, se
extravía en el movimiento comunitario o en sus propias trampas profesionales.
El equipo pierde sus objetivos o se
desvía de ellos, se identifican de modo poco crítico y reflexivo con los
actores sociales e institucionales. El equipo
ingresa a dicha dinámica comunitaria y cae en un “hacer por hacer”, no toma distancia para verse críticamente en su
proceso ni enmarcar su “hacer” en una estrategia metodológica.
La inserción
turística: implica acercamientos esporádicos y de poca intensidad
relacional con los actores comunitarios. La inserción está en los discursos de
gabinete, no en las acciones que realmente le darían vida y contenido a dicho
proceso. Los equipos se limitan a realizar frías encuestas, cerrados
cuestionarios, observaciones aisladas, fotografías. Encierros institucionales
que producen conocimientos parciales de la realidad, parcelados, fragmentados,
interpretaciones desde “el afuera y desde
lejos” de la dinámica relacional, descontextualizadas socio-culturalmente.
El equipo estudia, habla de cultura y vida cotidiana pero se encuentra lejos de
la cultura de la vida cotidiana, distante
de los actores, su ritmo, su familia, su trabajo. Equipos alejados
de la sensibilidad y compromiso con la
transformación social en el terreno.
Las dos formas descriptas, poseen vacíos considerables. La
inserción a la cual adherimos, siguiendo a Oscar Jara y CEDEPO, se ubica entre
estos dos extremos, creemos que debe existir una cercanía necesaria a los
actores y sus condiciones concretas de existencia, de modo que nos permita
conocimiento, comprensión, sensibilización y acciones colaborativas, equivalente
a los problemas. Con esta cercanía necesaria, se tensiona una distancia óptima,
la que nos permitirá visualizar
y visualizarnos en nuestro proceso, es decir un momento y proceso de retirada
momentánea para revisar la práctica y revisarnos nosotros en ella. Así, acercamiento necesario – distancia óptima,
son dos caras de una misma moneda: el proceso de inserción.
Inserción,
proceso de “Conocer haciendo”
El trabajo psico-social comunitario se inicia
fundamentalmente con el momento de inserción o
familiarización como lo
denomina Maritza Montero (2006, p.76) En dicho proceso los equipos externos deciden e inician su
conocimiento de la comunidad, espacio local o barrio, a la vez que los miembros
de ésta comienzan a relacionarse con las
personas – técnicos que vienen de afuera, ya sea de un centro académico o de
una institución pública o privada. Es un momento de encuentro, de intercambio
progresivo, de subjetividades en juego, pues
como refiere Bertucelli (1997) en la mayoría de los casos, partiendo de una situación de sospecha mutua y confianza deteriorada,
sobre todo si miramos la historia de las relaciones entre instituciones con las
comunidades, muchas veces estas últimas, tratadas como objetos.
Se trata de un proceso muy importante en el trabajo
comunitario, al cuál es necesario darle la atención que merece, pues
corremos el riesgo de confundir a los
actores, de quedarnos en la superficie o márgenes de los problemas, o peor
aún, determinar nosotros qué se debe
hacer, cómo, dónde y cuándo. “¡Y como
somos un equipo democrático, permitimos a los actores que participen y de paso
los empoderamos!” Entonces nos confundimos nosotros también, creyendo que
nuestro trabajo comunitario es democrático, emancipador y liberador.
Dijimos que es un proceso de aproximación progresiva a la
vida cotidiana y sus prácticas culturales, con el objetivo de “conocer haciendo” y construir
relaciones de confianza para emerger junto a nuestras poblaciones
indolatinoamericanas con respuestas-nuevas construcciones equivalentes a los problemas. A esto agregamos,
que permite a los equipos comunitarios,
la sensibilización con la comunidad y sus problemas, paso necesario -a nuestro
criterio- para garantizar la confianza
en el proceso conocido como identificación del Problema –Objeto, que nosotros
intentamos siempre, hacerlo siguiendo las narrativas y visiones de los sujetos.
Esta construcción conjunta, colaborativa del
problema-objeto, es un aspecto clave
para dar comienzo en sentido estricto, a
la acción comunitaria. Sin este proceso intenso de conocimiento en acción, de
familiarización, de construcción de confianza, de identificación colaborativas
con la “gente” del problema
emergente, se torna dificultoso el trabajo comunitario y pueden cometerse
muchos errores evitables.
Montero aconseja y acordamos con ella, que se trata de un
proceso que no debe ser tomado a la ligera, es decir es un proceso que no se
puede forzar, no podemos como dice Bertucelli (2006) “arrebatar el asado”.
Montero recuerda que es necesario dejar de lado -en la medida que ello
sea posible- los estereotipos y prejuicios
tanto negativos como positivos y trabajarlos en el interior de los
equipos. Los negativos porque generan conductas aprehensivas, temerosas, que
pueden ser percibidas por la comunidad como modos de descalificación, de segregación
y como concepciones negativas con las cuales se los está etiquetando, lo que
ocurre en muchos casos. En el caso de los prejuicios positivos, porque pueden
ser responsables de las visiones “color
de rosa y está todo bien” que no nos
permiten captar lo que está ocurriendo en una comunidad, ni la forma en que se
dan las relaciones o su estilo de vida, desviando así la comprensión de la
situación con la que se trabaja, originando errores por acción u omisión.
Es difícil estar consciente de los prejuicios y
estereotipos, porque ellos son parte del proceso de naturalización de ciertos
modos de concebir la realidad, este consejo debe acompañarse de una sana
actitud crítica, que debe en primer lugar aplicarse a las propias concepciones
e ideas de los agentes externos.
Ya dijimos en un trabajo anterior (Mamaní, 2003, p.204) que
se trata de un proceso de aprendizaje tanto para estudiantes y profesionales
que incursionan en el trabajo comunitario, al cual debería prestarse mucha
atención, pues es la puerta de entrada y base de cualquier proceso metodológico
en el campo comunitario (proyectos). En esta instancia, creemos que la pregunta
esencial es el ¿cómo hacemos nuestra
inserción?
¿Como Hacemos?
Las formas de “entrar a la dinámica vincular”, como la llama Denise
Najmanovich (2006, p.71) son muy diversas, no existe “la receta” al respecto, lo que podemos aportar son algunas sugerencias desde el aporte de otros autores
y desde nuestras experiencias de trabajo comunitario[2].
Para nosotros una condición fundamental es el interés social genuino, es decir
un compromiso ético, político e
ideológico (Martinez y Agüero, 2008, p.59) con el cambio, con la transformación
social, con la emancipación y liberación de las clases oprimidas a través del
pensamiento y acción críticos.
Montero (2006, p.79) nos dice que antes de “entrar” a una comunidad es necesario informarse de la manera más
completa posible sobre ella. Si existen registros públicos en los cuáles se
puedan obtener datos demográficos, ellos deben ser consultados, al igual que
parte de su historia a través de crónicas y noticias de prensa. Otros datos de
interés también pueden encontrarse en los archivos de instituciones públicas
que hayan tenido que ver con la comunidad (informes técnicos de intervenciones
anteriores)
Concordamos con Rozas Pagaza (1998, p. 76)
cuando
sostiene que el inicio metodológico de la intervención
empieza con un recorte geográfico y social del contexto en el cual el
profesional inicia su práctica. Ello significa, por otro lado iniciar un conocimiento
de dicho proceso en el cual se interrelacionan los actores en función de su
relación con sus necesidades. Para iniciar ese acercamiento se establece un
proceso de inserción, considerado por la autora como momento que posibilita
desde una actitud investigativa, desarrollar un diagnóstico que explique el
campo problemático.
Si bien acordamos con la autora, aclaramos que nosotros no
trabajamos con “diagnósticos” sino
con instancias colaborativas de análisis
de situación. Agregamos que dicho
proceso debe ser contextualizado histórica y socio-culturalmente e implica una honesta búsqueda de
información, en lo posible, sin interferir en la vida cotidiana de los actores,
evitando construir falsas expectativas “no
despertar lo que no se va a contener” (Bertucelli, 2006) Podemos consultar
documentos e informes institucionales, leer mapas barriales, repasar su
historia escrita, consultar datos estadísticos y demográficos, conectarnos con
sus producciones culturales, etc., ello como paso previo para iniciar el
proceso que llamamos de conocimiento en acción, “conocer haciendo” diría Sebastián Bertucelli (2006, p.23). Este
proceso de “conocimiento en acción”
permitirá la co-construcción de un conocimiento desde el interior de la trama
interaccional entre los actores, donde emergen necesidades, recursos genuinos y estrategias en
movimiento.
Consideramos necesario que los equipos que inician la
inserción en comunidades y en instituciones tengan en claro ¿qué y cómo quieren
conocer? y el conocimiento adquirido sea
el necesario para resolver los problemas junto al pueblo. No caer en la estéril
situación de conocer por el mero hecho
de conocer, al decir de Rodolfo Kusch (1975, p.7)
Tanto instituciones como sectores barriales, tienen
categorías específicas para su análisis, consideramos elemental captar la
lógica interna de los sujetos, es decir poder identificar el circuito de poder
en la dinámica interaccional, las creencias, los mitos, las representaciones
sociales, motivaciones, saberes, prejuicios,
las estrategias de vida, los modos comunicacionales, su organización y
sus dispositivos locales de cooperación frente a problemas sentidos.
Variadas son las formas de conocer y creemos también que el
investigador puede y debe apelar a su creatividad (colagges, fotografías,
narraciones libres, conversaciones situadas, expresiones artísticas,
colaboraciones en dispositivos locales, etc.) que marcan un posicionamiento
diferente a las formas tradicionales de conocer. Desde nuestra experiencia
podemos decir que pudimos acceder al conocimiento de instituciones y la vida
cotidiana de los actores, a través de encuentros y conversaciones informales,
compartiendo prácticas tanto institucionales y culturales de sus actores en el
terreno de la vida cotidiana, escapándole por momentos al esquema de
entrevistas – encuestas – cuestionarios – observación- informe.
No todo es “un juego
de preguntas y respuestas a modo de interrogatorio policial” (Vicente,
Lorena, 2003-CRVA/MBS). Conocemos trabajando, conocemos colaborando desde un “ensamble dinámico” a y desde sus
propios dispositivos cooperativos en movimiento, pues “cuando la gente hace, conversa naturalmente”. Somos seres
conversacionales que construimos realidades desde el lenguajear expresaba
Maturana (1997, p.57). El conversar es un modo particular de vivir juntos,
coordinando nuestro hacer y nuestro emocionar. Conversar, es constructor de
realidades, Kierkegaar había señalado que “la
vida es una conversación”, a lo que Maturana agrega, “una comunidad humana está constituida como una red de conversaciones”
“¿Ya se van? ¡quédense un rato más! Así charlamos un rato,
nos conocemos mejor ustedes y nosotros, nos escuchamos y nos contenemos.
Charlando conocemos nuestras penas y alegrías, hablamos macanas también, y nos
reimos, porque no estamos todo el día trabajando con la cara de piedra. La
pasamos bien” nos decía una vecina, al pedirnos que nos quedemos un rato
más, en un Ropero Comunitario, quedarnos a “cum-versare”,
para reflexionar juntos (Kisnerman, 1999, p.8), a charlar diría la Sra. Cardozo , Carmen.
Batjin, citado por Ramos Gutierrez (2008, p.18) describe
las conversaciones como procesos continuados de actos y de respuestas a las que
siguen otras respuestas, de un modo que recuerda a los procesos de comunicación
de Watzlawick, aquellos que cada uno puntuaba a su manera.
La descripción y el relato son modalidades expresivas de “la gente” y nuestras. En otras palabras el discurso de la “gente”
toma en general, el cuerpo de lo narrativo, aún cuando, desde el punto
de vista pragmático ese mismo discurso esté cumpliendo una función
argumentativa (Dallera, 1994, pp.17-19)
En la inserción nosotros transitamos por las conversaciones
espontáneas e impredecibles, en lo posible desprejuiciadas, comprometidas,
apasionadas, conflictivas y planeadas.
Al respecto Todorov
(2003, p.85) en su obra “La conquista de América, el problema del
otro” nos recuerda que para comprender a los pueblos originarios:
“No hace falta remontarnos al libro santo del Popol Vuh, que pone la
palabra en el orígen del mundo, para saber que las prácticas verbales son
altamente estimadas…”
Consideramos
importante, como refiere Mustieles Muñoz
(1997, p.81-83)
aprovechar las situaciones
emergentes de la dinámica interna de las instituciones y comunidades, sus
iniciativas, sus festejos, sus reuniones, sus ceremonias religiosas, etc., para
conversar cuidándonos sin olvidar nuestro objetivo. Y aquí queremos aprovechar
la oportunidad para traer una anécdota narrada por el
Antropólogo Raúl Díaz (2007)
durante su cátedra en la Maestría en Trabajo
Social (UNER) (adaptada por nosotros) que ilustra muy bien la situación de “perder los objetivos”
Carta
de un Investigador de pueblos originarios en México a su Director de Tesis
Doctoral residente en Francia.
“Estimado
profesor, le comento con beneplácito que he logrado insertarme en esta
comunidad. Desde hace unos dos años que vivo con ellos, me compre un terrenito
y estoy construyendo mi casa mientras dure mi investigación. Comparto con ellos
sus celebraciones religiosas, participo de sus fiestas. Me aceptaron
cordialmente en sus instituciones, sufro con ellos los problemas que
afectan a niños, ancianos y mujeres. Me
apropie como un habitante más de sus creencias, participo de sus rituales, de
sus fiestas. Realmente la paso muy bien con ellos. Me consideran uno más de
ellos, y yo también lo creo. Por favor profesor, la agradeceré que me recuerde
a la brevedad ¿Cuál era el tema de mi tesis?
Esto se relaciona con lo que recomienda Rozas Pagaza (1998,79) no
mimetizarse con la realidad, no debemos olvidar que nuestro ejercicio
profesional se encuentra guiada por una postura ética-política con una
reflexión teórica y una capacidad instrumental, que nos ubica
estratégicamente en otro lugar respecto
a la inmediatez, sin perder de vista la
trama social de los sujetos en una situación micro social.
Inserción: encuentro con “los otros”
Hombre Occidental, tu miedo al Oriente
¿Es miedo a dormir o a despertar?
Antonio Machado
Caminar
“continente adentro”
por las profundidades del barrio o de las instituciones con sus
dinámicas particulares, nos lleva a encontrarnos con profundos procesos de
autocrítica, que muchas veces no son tenidos en cuenta por los equipos ni sus
coordinadores. Sobre todo en el campo comunitario, esto guarda relación con
nuestro modo de llegar y conectarnos con la gente, nuestro modo de hablar, de
preguntar, de comunicarnos, nos conecta con nuestras matrices relacionales.
Significa revisar nuestra capacidad de establecer relaciones confianza con “el otro del descubrimiento”
(Todorov, 2003) “con los
otros lejanos y desconocidos” y nuestras explicaciones
científicas sobre ellos. Tiene que ver con el modo en que
construimos a esos “otros” (Rosato, 2005, p.44)
“Quiero hablar del descubrimiento que el yo hace del otro. Uno
puede descubrir a los otros en uno mismo, darse cuenta de que no somos una
sustancia homogénea, y radicalmente extraña a todo lo que no es uno mismo: yo
es otro. Pero los otros también son yos:
sujetos como yo, que sólo mi punto de vista, para el cual todos están allí y sólo yo estoy aquí, separa y distingue verdaderamente
de mi”
Todorov (2003)
Creemos que es un momento de revisar concepciones de
sujeto, nuestros miedos, nuestras vergüenzas, capacidades, limitaciones y los modos de acercamientos que muchas veces van cargados de prejuicios y
etnocentrismo, con una idea de desarrollo sostenida desde una visión
occidental, ajena a la realidad histórica de nuestra América Latina y alejada
de la matriz del pensamiento popular postulado por Alcira Argumedo
(1993, p.4)
Tendremos que elaborar el duelo de perder la creencia
de nuestra supuesta superioridad y pasar
a construir y habitar verdaderos tiempos y espacios interculturales (Mamaní,
2005, p.16)
Perfilando un posicionamiento estratégico.
Como dijimos, tenemos que elaborar el duelo de la
pérdida de una creencia nociva en los profesionales de las ciencias sociales
que eligen el trabajo comunitario y es la creencia de esa supuesta superioridad
(ir a enseñar, a educar, a civilizar, a animar, a pro – moverlos, a
emanciparlos) para lograr un salto cualitativo y comenzar a habitar la interculturalidad.
Nuestro posicionamiento debe ser flexible, dinámico,
creativo con una mirada profesional estratégicamente situada. Implica ubicarse frente y en interrelación con los
sujetos y sus necesidades, situarnos frente a las representaciones que
construyen de su situación problema, de las instituciones, frente a sus
requerimientos y capacidades. El equipo analizará la relación sujeto – necesidad – recursos y estrategias
en movimiento, como expresión
complejizada de la cuestión social. Asimismo éste saber específico e
instrumental se complementa con un conjunto de procedimientos metodológicos que
articulados con las demandas y propuestas del pueblo, orientan la
direccionalidad de nuestra intervención profesional.
Significa conocer,
interpretar y comprender que los actores en su contexto sociocultural
construyen un proceso particular de
interacción en torno a sus capacidades disponibles para la resolución de
sus propios problemas – estrategias ensayadas. Es decir que cuando el equipo
llega a iniciar su proceso de inserción, ya existen dispositivos cooperativos
en movimiento, solo hay que saber encontrarlos. De este modo, el sujeto que aparece
ante nosotros es un sujeto con su problemática particular, demandas y
necesidades, y también son sujeto con capacidades y recursos, con sus
estrategias genuinas en movimiento, que son la expresión de su vida cotidiana, la que será
indispensable develar junto a él, para legitimar socialmente, en el terreno y con acciones, nuestro
ejercicio profesional. Ver Concepción de
Sujeto (Mamaní y Equipo, 2009, p.24)
La punta del ovillo en la actuación profesional, es la
inserción. Es donde se presenta la oportunidad como dice Rozas Pagaza (1998,
p.78) de realizar el seguimiento de las necesidades como hilo conductor. Agregamos
que es importante no solo captar necesidades sino también las soluciones
ensayadas por la población, es decir sus dispositivos naturales de cooperación,
de resolución de problemas, aquellos que están en movimiento antes de la
llegada de los equipos, los que vienen
siendo (Bertucelli, 2006, 12) Significa
identificar estrategias y dispositivos que las poblaciones vienen desarrollando
en su vida cotidiana, para acoplarnos funcionalmente a ellos, hacer pie en ellos, para no
proponer cursos de acción erróneos y
desconocidos para la comunidad: “nos dijo
la profesora que tenemos que hacer una propuesta para la comunidad”, “tenemos
un proyecto para la comunidad”.
Desde esta racionalidad se nos presenta en la
inserción una triada a tener en cuenta: SUJETO – NECESIDAD – ESTRATEGIAS
GENUINAS, como punto de partida y eje de nuestro proceso metodológico. La
inserción no es una sola vez y para siempre, es un proceso relacional que se
profundiza durante nuestro trabajo con la gente. Ya dijimos que el trabajo “codo a codo” con el pueblo posibilita
conversar, construir relaciones de
confianza, conocer contexto y vida cotidiana de los sujetos, nos permite ir sintiendo con ellos, el impacto de
los problemas sociales en la vida de nuestros pueblos, sintiendo como pueblo
que somos, la necesidad de mejorar nuestra calidad de vida.
Coincidimos con el planteo de los Cuadernos CEDEPO, en
que el hecho existencial de estar, compartir y sentir con nuestro pueblo, nos
permite una inserción de “cuerpo y alma”,
cuando decimos cuerpo incluimos la racionalidad.
Se trata de un proceso interminable, permanente y a
ritmos diferenciados, ya que nuestra experiencia nos enseñó que cada día que
acontece en el barrio, necesitamos construir relaciones de confianza con los
vecinos
De agentes
externos a compañeros de trabajo. Relaciones Colaborativas
Dejando claro, que hablamos desde los aprendizajes
generosos de nuestra experiencia de
trabajo comunitario, afirmamos que la palabra “compañero/a” lleva el sentido de alguien que acompaña en y con la
tarea. Una persona que acompaña una acción, un proyecto, un trabajo, acompaña a
caminar. Esta significación compartida con los vecinos que nos acompañaron en
nuestras experiencias barriales, fue construida en la vida cotidiana junto a
ellos “ustedes trabajan con nosotras”,
“aquí trabajamos juntos”, “si vamos,
vamos todos…”, “que no falte ninguno,
porque no es lo mismo el equipo”, son expresiones vecinales que ayudaron en
dicha construcción.
Llegar a esta categoría, de ser considerados
compañeros de trabajo por el pueblo es una
“bendición vecinal” diría Bertucelli, que muy pocos logran. Una vez que
vamos ingresando a su esfera existencial, progresivamente vamos ampliando el
campo de maniobras en el barrio, se intensifica y profundiza la dinámica
vincular. Vamos pasando del acople
funcional al momento de nuevas lecturas, nuevas situaciones problema y
nuevas estrategias, o nuevos cursos de acción siguiendo sus dispositivos
existentes. Vamos legitimando en el terreno y desde el compromiso con la acción-transformación, nuestro ejercicio profesional.
Vamos construyendo situaciones de credibilidad en esta
sociedad en la que cada vez se cree menos en las instituciones y en los profesionales. Nos hacemos creíbles
desde la acción colaborativa y no desde el discurso, podemos confluir (los
aparentemente distintos) en acciones conjuntas, en soluciones equivalentes a
los problemas que afectan a la comunidad, que nos afectan. Comenzamos a hacer
juntos, desde la situación de compañeros de trabajo, construimos la acción
conjunta y mutuamente transformadora. Nos construimos como compañeros de
trabajo, siempre colaborando.
¿Si preguntan por técnicas?
“Las cosas nos desbordan, nos parece que las ordenamos, pero se
disgregan.
Las ordenamos nuevamente y
nosotros nos disgregamos”
Raines Rilke en Mabel Goldemberg (2000, p.5)
Ya enunciamos que nuestro objetivo en la inserción,
más allá del conocimiento, es la construcción de relaciones de confianza con
nuestras poblaciones, en conversaciones francas. Para este último objetivo
apelamos a la persona estratégica y creativa del profesional o estudiante,
integrante de los equipos comunitarios.
Sobre todo dirigimos nuestra mirada a la capacidad de “entrada y con-tacto” con y en la dinámica vincular (redes
socioafectivas). En nuestra experiencia, ingresamos a la esfera existencial de
los/as vecinos/as desde acciones concretas, acoplándonos funcionalmente a los
dispositivos cooperativos que vienen
siendo, existentes y en movimiento. Dejándonos llevar por el movimiento, en
medio de conversaciones francas y honestas.
Por otro lado Rozas Pagaza nos señala que se combinan técnicas de intervención y técnicas
de conocimiento. Nosotros agregamos que estas técnicas se topan en el campo
interaccional, con prácticas y manifestaciones culturales. Así, la formulación
de objetivos profesionales descontextualizados socioculturalmente y el uso de técnicas desarticuladas de la perspectiva
teórica-metodológica se convierten en instrumentos de muy poca utilidad.
Soplaríamos en “flauta quebrada” al
decir de Eduardo Galeano.
Por ejemplo; si llegamos a trabajar a un barrio, para
nosotros es poco conveniente empezar a instrumentar una encuesta sin antes
haber ganado confianza y legitimidad con los pobladores de la comunidad, porque
podemos generar mayor rechazo y desconfianza del cual partimos. Además de los instrumentos, es necesario tener en
cuenta la pertinencia en la aplicación de los mismos. Nos referimos aquí, a la
evaluación del momento adecuado, la “oportunidad”
al decir de Mustieles Muñoz (1997) de aplicar una técnica o instrumento. No debemos olvidar que la
información que captemos, debe aportar a la construcción de respuestas
equivalentes a los problemas de los grupos y comunidad, no solo para
confeccionar informes o engrosar expedientes, que duermen en cajones de los
escritorios.
Refiere Rozas Pagaza (1998, p.80) que las técnicas de
uso más frecuente en este momento, son observación participante, entrevistas
informales, historias de vida, testimonios, juegos, investigación
bibliográfica, visitas domiciliarias, etc. No debemos olvidar que la
información que emerge y se capta, debe
ser crítica y reflexivamente registrada en los cuadernos de campo, pues nos permiten, desde su re-
lectura, comprender aspectos de su micro dinámica social; interrelaciones,
necesidades, saberes, representaciones y estrategias sobre el problema
prioritario.
Nos acercamos a la vida cotidiana de los sujetos, con
nuestros saberes cotidianos, saberes culturales, conocimientos académicos que
entran en relación- tensión con los
saberes cotidianos y hechos empíricos de y en la comunidad.
Consideramos que este momento, debe ser tomado como
punto de partida en el encuentro con la realidad, por lo tanto, el profesional
necesita un proceso de elaboración y
devolución permanente de “lo que le
sucede a él”, en su proceso, para lo
cual recomendamos trabajarlo hacia el interior de los equipos. Trabajar lo que
acontece en el equipo y con sus integrantes, permitirá avanzar críticamente en
el conocimiento de esa realidad, centrado en la relación sujeto, necesidad y
estrategias de acción.
Notas sueltas sobre la Inserción. “Con el riesgo de ser reiterativos”
De lecturas y experiencias reflexionadas en espacios
conversacionales, en el interior de nuestros equipos, emergieron las siguientes
notas que constituyen orientaciones para la acción que nuestros equipos
comunitarios, adoptan en cada proceso iniciado:
- Consideramos conveniente recorrer el barrio,
haciendo observaciones libres y anotando las primeras, segundas y terceras
impresiones que surjan en esas incursiones. Estas visitas son más
enriquecedoras en compañía de personas que vivan – habiten o tengan cierto
grado de arraigo en el lugar y en la dinámica interaccional. Durante el
recorrido y conversando con
ellos/as, realizan sus comentarios, narran sus historias y sus
interpretaciones de dichas historias, que son aportes importantes que debemos
registrar. Vamos generando un modo de participación cruzada inicial, ellos
y nosotros.
- Recorrer
el barrio con sus habitantes nos permite, durante ese caminar, la
identificación de sus relaciones con otros vecinos (redes vecinales), como
así también sus fronteras relacionales
que los separan de algún otro grupo vecinal.
- El vecino “llave”
o “vecino referente” con quien
caminamos, nos muestra su cartografía,
su mapa personal del barrio, nos describe cada sector y opina sobre
él, nos ayuda a identificar obstáculos futuros, sectores peligrosos o no, ventajas u otros
aspectos de orden físico, cultural, social, religiosas, recreativas,
étnicas, etc.
- Identificar sus redes de relación nos permite
captar mensajes y hacer circular en dichas redes, la información que los
equipos necesitamos que la red vecinal conozca o sepa, en relación a
nuestro trabajo en el barrio. Debemos tener en cuenta que las redes más
fuertes, no necesariamente son las más visibles y acceder a ellas puede
ser muy difícil, si no se encara estratégicamente el proceso de inserción
(Montero, 2003) Coincidiendo con los autores y desde nuestra experiencia,
la manera que nos resultó, fue la de conectarnos con personas llaves, es
decir con arraigo en el lugar y con interés social genuino. Ellas abren
puertas relacionales y facilitan actuación profesional.
- Un mapa orientador es un recurso válido y útil,
para caminar por las calles del barrio y en compañía vecinal. Las visitas
a personas llaves o claves, son particularmente importantes cuando se
trabaja con poblaciones arraigadas a un territorio específico, donde el
acceso físico y el conocimiento del lugar son necesarias para el transitar
cotidiano de los equipos comunitarios y para construir la red de relaciones diversas. El conocimiento
del barrio en tales casos, es una
condición necesaria para la
recolección de información a georeferenciar (Olcese, 2002) que
complementará la investigación-acción posterior.
- No solo los equipos foráneos observamos,
caminamos y conocemos, sino que la vecindad también camina, nos ven y nos
van conociendo en las primeras relaciones construidas. Es recomendable,
desde nuestra experiencia, que nos conozcan mientras vamos haciendo con
ellos, mientras nos acoplamos a sus dispositivos en movimiento,
resolviendo problemas juntos. Necesitamos conocer su dinámica,
preferentemente desde adentro y haciendo, “conocer haciendo”. Kush (1975) expresaba que “se conoce para vivir y no por el mero
hecho de conocer”
- Este conocer-haciendo,
que es un hacer colaborativo con la vecindad, construye relaciones de
confianza, siempre y cuando el equipo muestre su interés social genuino y
que no trabaje con recelos ni aprensión. Como ya dijimos, las actitudes de
asco, temor, inseguridad o hacer cosas a desgano, sin gusto, sin pasión
por la profesión elegida, son claramente percibidas por los/as vecinos/as
y pueden ser o son leídas como
actitudes descalificadoras de la comunidad y su vida cotidiana.
- La inserción posee una característica importante
y es el mutuo conocimiento y la
mutua transformación, ya lo dice Bertucelli (2006) “lo que nos cambia es el pueblo” y estamos plenamente de
acuerdo con esta afirmación que emerge de sus prácticas comunitarias
realizadas por varios países de América. Todos los alumnos y profesionales
que realizaron pasantías y residencias en nuestros proyectos comunitarios,
quedaron marcados por la experiencia relacional con nuestras poblaciones
indo-latinoamericanas. Podrán compartir o no la estrategia
teórica-metodológica, el posicionamiento ético-político e ideológico de
nuestros equipos y proyectos, lo
que no pueden hacer es negar que el contacto con su cultura, modificó sus
lecturas de la realidad, sus prácticas y en algunos casos, que puso en la
cuerda floja: la elección
profesional.
- No solo se trata de que los agentes externos conozcan
las relaciones y el lugar de trabajo, las personas de la comunidad también
deben saber de los equipos. Y cuidado con estas expresiones o
pensamientos: Venimos con un
“proyecto salvador” una propuesta participativa para ustedes!, “un
proyecto participativo”, “que venimos con buena voluntad a ayudarlos a
resolver sus problemas”, “a golpear puertas y hacer preguntas”. La
comunidad necesita saber ¿Quiénes son estos profesionales o
alumnos que vienen a nuestro barrio y que nosotros no llamamos? Habrá
que responder estas y otras preguntas, pues trabajaremos juntos.
- También consideramos importante que nuestros
equipos sepan ¿qué hicieron otros equipos antes de nosotros? y ¿qué están haciendo actualmente las
instituciones? y sobre todo ¿qué
hacen los vecinos en relación a sus problemas? Como sugiere Bertucelli
(2006) “no podemos pensar ilusamente
que todo comienza cuando nosotros llegamos con nuestros proyectitos
traídos de afuera para adentro y de arriba para abajo”. Todo problema
encontrado en la comunidad y consensuado con la vecindad, trae una
historia de actuaciones profesionales fallidas (o no sería problema) por
ello es importante detectar ¿Qué se
hizo y qué se viene haciendo? para no cometer los mismos errores.
Miller (2004, p.217) nos dice en este sentido “no podemos deslizarnos dentro de la comunidad sin ser anunciados,
presentados y comenzar a recolectar datos”
- Ignorar las recomendaciones de Miller o
Bertucelli, impactaría negativamente en el protagonismo de la comunidad, a
la vez que disminuiría el impacto esperable en el trabajo comunitario. Los
equipos no son los únicos “autorizados
y capacitados” para investigar,
preguntar y esperar respuestas, la comunidad posee las mismas
atribuciones, y también tiene su modo de conocer. Tienen derecho a dudar y
desconfiar de nosotros y nuestras intenciones.
- Las poblaciones de los barrios poseen una no
grata experiencia de “equipos de
profesionales, de estudiantes practicantes, que deciden ir al barrio, llegan, toman lo que necesiten para su
objetivo, y se vayan” (Mamaní, 2005, p.17) Necesitan saber quienes
somos, pues entramos en su vida cotidiana, muchas veces sin ser
presentados “llegamos a su casa de
visita sin avisar, sin que nos esperen, hacemos preguntas, miramos todo lo
que podemos, encima creemos que deben recibirnos siempre y con buena cara”
De ese modo construimos frustraciones tras frustraciones en los
equipos comunitarios.
- La presunción de que los equipos y sus
integrantes que pululan por las calles del barrio haciendo preguntas y
observando, no deben presentarse, o de que su presencia sorpresiva
(control) en la comunidad no tiene efectos visibles o importantes para el
trabajo comunitario (como si fuéramos invisibles) es un grave y craso
error que puede inducir a equivocaciones e interpretaciones equivocadas,
además de generar mayores sospechas y rechazos.
- Entrar en el campo interaccional pone en
evidencia tanto a los integrantes de los equipos como a los vecinos, allí todos
nos conocemos mejor. Construimos relaciones de confianza, creando de este
modo espacios de participación, protagonismo y trabajo compartido.
- Estas relaciones de confianza, por cierto
nutritivas, son llevadas por quienes integran las redes socioafectivas y
se abren de este modo las posibilidades de conectarnos con muchos más
vecinos/as.
- Si bien preferimos hablar de protagonismo vecinal
más que de participación, estas categorías presentan diferentes grados de
expresión, que muchas veces no son esperadas o aceptadas por el equipo. No
debemos desechar ni descalificar ninguna manifestación de los aportes,
iniciativas e ideas de la comunidad.
- En este momento – proceso tanto equipos como
vecinos, captamos la cortesía, amabilidad de cada interlocutor, como
también la poca credibilidad de lo que hacemos o decimos.
- Debemos cuidarnos de no caer – en el afán de
explicarnos mejor- en el lenguaje campechano ni en el apaisanamiento (en el intento de hacerme el paisano –miento)
Aquí esta subyacente una concepción de desigualdad que debe ser trabajada
y superada, hacia el interior de los equipos con cada co-visor o
coordinador del proceso.
- Recomendamos para este juego interaccional “ser lo más auténtico posible”. Si
por algún motivo, debemos marcharnos del barrio o del proyecto, que sea
dándonos a conocer tal cual somos, pensamos, sentimos y hacemos. Que
nuestra retirada no sea solapada, a modo de escape, huida y mucho menos
porque nos descubrieron jugando a un
como si… o careteando, mintiendo, fingiendo.
- Presentarnos con sinceridad, franqueza, no tratar
de asumir posiciones complacientes. La aceptación buscada surge de la
interacción franca. Las dudas e inseguridades, temores deben ser trabajadas en los equipos, desde el
inicio. Solo así se supera esta etapa de rodeos y circunloquios y de
falsas apariencias, pasando a lo que Goffman llamo Backtage en el cuál ya no se necesita representar un papel. Y
para ello se necesita confianza y respeto, que permitan expresar con
libertad las propias opiniones y sentimientos.
- El lenguaje estereotipado, formal, cauteloso,
calculador, los rodeos y peor aún, las expresiones verbales y no verbales
inadecuadas, usadas por el desconocimiento de la cultura en movimiento son
producto de vacíos relacionales en el proceso de inserción y tienen
consecuencias que demoran el trabajo comunitario; “si no sabe no hable”.
- Entre las consecuencias negativas en las
relaciones con la comunidad podemos citar algunas situaciones; cuando los
vecinos nos dicen lo que los equipos deseamos escuchar “contestamos rápido, así se van y
podemos seguir con nuestras cosas”. Por cautela, los vecinos nos dan
respuestas políticamente correctas (neutrales) evitan las respuestas que
comprometen su YO, nos confunden con respuestas donde no podemos ni
sabemos diferenciar la apariencia de la sinceridad; con dichas respuestas,
llegamos a creer que logramos el objetivo,
hasta construimos el problema-objeto.
- Por todo lo conversado hacia el interior de
nuestros equipos, desde experiencias y lecturas de especialistas, decimos
que el comportamiento de los equipos comunitarios debe ser entonces,
franco, abierto, amable, comprometido, firme, sin subterfugios. Debemos
evitar una relación fría y distante, de carácter únicamente técnico.
Consideramos necesario construir un juego interaccional basado en la
confianza, que sea alegre, vital, nutritiva para todos, respetuosa, de
modo emerjan respuestas respetuosas y vivaces (Kelly, 1920)
- La actitud de los equipos, debe ser de apertura,
amplitud hacia todas las personas y grupos que integran la comunidad, aún
cuando las demandas nos orienten a trabajar con determinadas poblaciones; mujeres,
ancianos, niños, alcohólicos, etc. este aspecto debe ponerse en
consideración y ser trabajado desde los inicios del proceso.
Posicionamiento Ético y Político e Ideológico de los Equipos Comunitarios
“Juan piensa, Pedro siente, José actúa. Nosotros
disociamos”.
Ricardo Klein (2004, p. 141)
La apertura a la que nos referimos no supone un
posicionamiento de supuesta neutralidad respecto al problema que se abordará.
Debe quedar claro que si estamos allí, es porque nos preocupa, tenemos nuestro
interés social genuino en juego, puesto sobre la mesa de la cuestión social.
Tenemos y debemos adoptar una posición respecto a este asunto. Escuchamos a
todos los que podemos, pero los equipos, debemos tener una línea de pensamiento
definida y flexible (principios teóricos y operativos) que orienten nuestras
acciones. Esto supone una posición ética – política e ideológica con respecto
al problema y sus protagonistas, a nuestros equipos, con la comunidad y sus
instituciones.
Ya dijimos anteriormente, que el proceso de inserción
para los equipos, significa conocer, sensibilizarse y fijar líneas de acción
frente a los problemas y la comunidad,
debemos agregar que también significa una posición ética- política e ideológica,
un compromiso genuino con el cambio, la emancipación y liberación de nuestras
poblaciones indo-latinoamericanas oprimidas. Nuestra liberación.
Nos consideramos trabajadores del
área de lo social y cultural, con la posibilidad de construir conocimientos
desde nuestras prácticas, desde los dispositivos equivalentes con los problemas
que trabajamos junto a la gente, trabajo a escala humana y microsocial.
Elegimos el compromiso de trabajar con la gente especialmente con los más
necesitados, ello exige ser prudente para no caer en mitificaciones y sacralizaciones de nuestra
metodología, por más énfasis y pasión que pongamos en nuestro trabajo. Cada día
en los barrios, encontramos nuevas pistas extremadamente ricas y otras por
mejorar, otras por descubrir, otras por construir.
Militamos con nuestro trabajo en
las bases, insertos y formando parte del pueblo que sufre, que resiste, que
ríe, que llora., que lucha cada día de sus vidas, pueblo que elige feriados
para trabajar para su familia y progresar.
Pueblo que nos permite trabajar y nos ayuda, que
hace posible que seamos trabajadores en
lo comunitario desde esta perspectiva, a lo largo de nuestra geografía tan
diversa y rica, en una realidad tan dulce y tan cruel a la vez.
Trabajamos en los barrios y allí
ponemos a rodar nuestras ideas-acciones para ir realizando la micro-utopía,
como siembra cierta, de quienes queremos
construir una sociedad nueva, experimentando en nosotros la herida de
los derechos lesionados, de las injusticias sufridas, y también de la
solidaridad compartida. (Mamaní y Equipo, 2009, p.144)
Fragmento 1.
“En-Red-Ando Salud Y Calidad De
Vida”, La Experiencia
en Barrio La Esperanza ,
Perico, Jujuy - Argentina. En Imprenta
de Editorial Lumen-HUmanitas
De Víctor Hugo MAMANI y Equipo: Mirtha ALARCÓN, Cecilia ASTORGA, Laura
BARROJO, Silvina GUTIERREZ
¿Cómo nos insertamos?
Convencidos
de que hablar o escribir sobre la inserción es muy diferente a “ir tierra adentro” de la vida cotidiana
de nuestros pueblos, narraremos nuestro proceso particular de conocimiento de
la realidad. Dicho proceso no constituye una receta, pues cada contexto
cultural exige diferentes estrategias.
Nuestro
equipo de trabajo estuvo integrado por el Trabajador Social Víctor
Hugo Mamaní y nueve (09) beneficiarias
del Programa Jefes/as de Hogar Desocupadas
con capacitación básica como
promotoras sociales. Ellas se constituyeron en el recurso más importante en
dicho momento, si bien no vivían en dicho barrio, “tenían conocidos” allí. Algunas de ellas, además de la
contraprestación por el beneficio social, desarrollaban otras actividades que
las llevaban a recorrer el barrio La Esperanza , vendiendo
perfumes, lencería, prendas de vestir, juguetes, comidas, etc. Una de ellas
comentó que su “comadre” vivía en dicho barrio, mientras que otra tenía una
hermana, que alquilaba una vivienda. Alguna también dijo “yo conozco a la
Agente Sanitario de La Esperanza , es la misma de mi barrio…” Un comentario alentador fue cuando en reunión
de equipo dijeron; “todas conocemos algo
o a alguien del barrio, así que cuando tenga que ir, cualquiera puede
llevarlo…”
En
nuestra estrategia general integramos las siguientes acciones y técnicas, todas
guiadas por la siguiente intencionalidad: “primero
conocer desde afuera sin molestar a la gente ni crear expectativas con falsas
promesas”, “ingresar progresivamente respetando sus tiempos, si bien la mayor
demanda registrada en el hospital y
puestos de salud provenían de este barrio, deberíamos evaluar si era posible un
trabajo comunitario”, “el primer
objetivo sería conocer personas llaves (en lo posible que no pertenezcan a
instituciones), que nos ayudaran a entrar y acoplarnos a sus dispositivos de
cooperación existentes y en movimientos”, “ desde dichas acciones compartidas en sus lugares, comenzaríamos
a construir relaciones de confianza, conocer y darnos a conocer haciendo”, “en
esa cotidianeidad de acción y conversación, profundizamos junto a los vecinos
el conocimiento de su realidad, sus problemáticas”, “construir juntos
respuestas equivalentes a los problemas priorizados por la vecindad, entre los que podrían estar o no:
las discapacidades”(Mamaní, 2003)
Encuentro conversacionales
Conversamos
con empleados y funcionarios de instituciones privadas y públicas (Empresa de
energía eléctrica, Empresa de agua potable, Dirección Provincial de Inmuebles y
Dirección de Acción Social del Municipio de Perico, hospitales y escuelas,
entre otras), con el objetivo de obtener información (folletos, mapas, etc.)
sobre localización geográfica del barrio,
algunas condiciones concretas de existencia, infraestructura, equipamiento,
servicios educativos-sanitarios, vivienda, formas de participación vecinal,
organización sociopolítica y religiosa, programas, trabajos en curso, etc.
Consultas bibliográficas
Convencidos
que las producciones escritas, artísticas, musicales, constituyen recursos
valiosos para el conocimiento del espacio intercultural que comenzaríamos a
habitar, llegamos a la Biblioteca
Popular de Ciudad Perico donde nos encontramos con “¿Te acordás hermano?, Historia de Perico. Recopilación”,
Publicación Histórica de Jorge Lindón (2000; 9-20), que significó un importante
aporte a nuestro trabajo. Recorre sintéticamente en su primer capítulo, el
origen del nombre de “Perico”, sus primeros colonizadores, sus habitantes
originarios (los churumatas) en cercanías del Río Perico, la vida religiosa y
su primera organización, los primeros asentamientos entre otros aspectos.
Lectura y Análisis de documentos
públicos
Nuestra
búsqueda nos llevó al Consejo Deliberante
del Municipio de Perico, donde accedimos a información sobre la Ciudad de Perico, ubicación geográfica, reseña
histórica, actividad principal, servicios, y algunos datos de los primeros
momentos del Barrio La
Esperanza , loteo, principales vecinos y autoridades que se
comprometieron en y con sus orígenes.
Caminar, observar, conversar con
vecinas/os
Para
nosotros, caminar, observar y conversar con los vecinos, fueron acciones importantes, a las que más
esfuerzo, prudencia y respeto le
dedicamos. El objetivo fue profundizar el conocimiento del terreno y acercarnos a algunos vecinos, comenzar a
construir relaciones de confianza.
Para
este momento, nos permitimos apropiarnos de las palabras de Sebastián
Bertucelli (1997; 27) “partimos de una
situación de sospecha mutua y confianza deteriorada”, a causa de
experiencias profesionales y no profesionales anteriores a nuestra
llegada, poco gratas para los vecinos.
Comenzamos
de este modo a tener presencia en el barrio, tratamos de dejar de ser extraños
para los vecinos, iniciar la construcción del imprescindible vínculo que, más
tarde, permitiría (desde nuestro enfoque) confluir en objetivos y acciones
mutuamente transformadoras, que superen algunas de sus necesidades relacionadas
con la salud en general y la discapacidad en particular.
En
esta instancia podemos mencionar dos acontecimientos importantes, en primer
lugar: visita domiciliaria a la “comadre”
de una integrante de nuestro equipo, a
quien pudimos acceder desde “esta
relación de confianza existente” llegar a su casa, tomar unos mates,
informarle de nuestra intención de trabajo comunitario, caminar con ella el
barrio y escuchar su opinión sobre nuestra incipiente idea de proyecto. En
segundo lugar: un recorrido barrial con Karina Veliz, quien era integrante del
equipo con mayor conocimiento del barrio y la vecindad del barrio La Esperanza. Con
ellas, pudimos ubicar y saludar en sus
lugares de trabajo, a las responsables de dos comedores comunitarios infantiles, de una huerta
comunitaria, caminar y saludar a
personas integrantes de sus redes sociales significativas.
Estar
en el barrio, para nosotros significó, ir todos los días en lo posible, a
determinadas horas, llegar, saludar, caminar, observar, conversar con algunos
vecinos con quienes acordábamos una visita. Sin importarnos el frío o el calor,
el día o la noche, el sol y la lluvia.
Estas acciones nos permitieron (y aún hoy) acercarnos como persona más
que como profesionales. Lo profesional, es un atributo más de nuestra persona, nuestra
presencia trató de ser plena, socioemocional, no solo presencia corporal. Estar
allí con nuestros cinco sentidos en vigilia, en torno a lo que nos rodeaba, nos
permitió comenzar a conocer desde cerca
y darnos a conocer. Descubrir y
descubrirnos en situación. Así comenzamos a establecer con algunos vecinos,
contactos personales compartiendo
almuerzos en sus domicilios, rifas y
festivales, por ellas organizadas.
Fragmento 2
“La
familiarización con la comunidad”, Maritza Montero (2006,85) Ed.Paidós. Serie Tramas
Sociales.
Experiencia de un docente con
sus alumnos.
Un
ejemplo del efecto de la familiarización.
En un proyecto de trabajo psicosocial comunitario, que
vinculó grupos organizados de una comunidad de bajos recursos económicos de la
ciudad de Caracas y la Cátedra
de Psicología Social Comunitaria de la Universidad Central
de Venezuela – entonces dirigida por mi -, a solicitud de las personas de esos
grupos y con su colaboración activa, se decidió hacer una evaluación de las
necesidades de la comunidad. En el primer contacto con dicha comunidad se
decidió hacer un recorrido por su barrio. Así, para la segunda visita, tres
personas de la comunidad nos esperaban. Primero hicieron un breve resumen
histórico sobre el barrio, que complementó el relato de la primera visita y la
información de la Oficina
de Educación Comunitaria del Ministerio de Familia. Esta institución nos había
puesto en contacto con representantes del Comité de Salud del Barrio, quienes
deseaban ayuda profesional en relación con las necesidades de la comunidad.
Inmediatamente después nos llevaron a recorrer veredas y escaleras que cerro
arriba y cerro abajo conducen a los diferentes sectores. Nos presentaban
amigos, nos señalaban casas de personas conocidas, pequeñas tiendas de
comestibles donde saludábamos a los dueños, nos indicaban las salidas del
barrio y los lugares “peligrosos” y hacían comentarios explicativos y
anecdóticos. Dimos vueltas conociendo callejones y lugares, en los cuáles sin
que hubiese ninguna señal física nos indicaban un límite con una zona que
señalaban como “no comunidad”. Luego regresamos al lugar de reunión (al centro
de salud). Allí hicimos preguntas y recibimos respuestas y más explicaciones.
Así comenzó el trabajo. En cada sesión conocíamos nuevas personas, observábamos
y aprendíamos nuevas cosas. Hicimos una encuesta, compartimos muchos momentos
de discusión, trabajo, tensión, distensión; descubrimos nuevas facetas del
barrio y de la comunidad, nuevas expresiones y lugares. Seis meses después
discutíamos el informe final de la investigación con un grupo mucho más grande
que el inicial. Por otro lado otras personas que antes habían estado presentes
estaban ahora ausentes. Nos hicieron preguntas y dimos respuestas, y en ese
momento, al final de la tarea, mis estudiantes y yo nos sentíamos a gusto.
Entonces hubo una sorpresa: de alguna parte del grupo
surgió un gran pastel, estaban escritas las palabras: “bienvenidas a nuestra comunidad”.
En ese momento se producía, de manera completa y abierta,
nuestra admisión a la comunidad por parte de los agentes internos, algunos de
los cuáles confesaron que durante mucho tiempo tuvieron poca confianza en
nosotros, en nuestro trabajo y en nuestro compromiso.
Fragmento 3
- “Intervención grupal con adolescentes” de Mustieles Muñoz, David
(1997,81), Lumen-Humanitas.
Las principales estrategias que se articularon para el
conocimiento del barrio fueron las siguientes:
a)
Consultas
bibliográficas. El único material disponible sobre el barrio era la “síntesis
diagnóstica preliminar de Barrio Nuevo, elaborada por el asistente social de la
municipalidad, Marcelo Loaiza, y el “Proyecto Centro de Asesoramiento Social y
Cultural, elaborado por varios estudiantes de segundo curso de Servicio Social.
b)
Conocimiento de las acciones desarrolladas por
la municipalidad en el Barrio. Se pretendía como objetivo coordinar la
actuación Municipalidad- Universidad e interiorizar pautas de acción comunes.
Para ello se mantuvo una reunión con la Secretaría de Acción Social y los tres directores
bajo su cargo, Cultura, Deportes y Acción Social; en dicha reunión, se informó
de la política seguida por la municipalidad en barrio Nuevo, acciones en curso
y proyectos de futuro.
c)
Espectáculos
de títeres. Organizado por la dirección
de Cultura y desarrollado en la plaza del barrio; supuso el ingreso formal de
todos los equipos de trabajo al barrio. Lo hicimos en calidad de observadores
participantes y comenzamos así a establecer contactos informales con la
población.
d)
Sectorización.
Dada la extensión del barrio, casi setenta manzanas, se procedió a sectorizar
el barrio en cinco zonas, una para cada equipo de trabajo. Esa zona iba a ser
objeto de conocimiento inicial de cada equipo para, posteriormente integrar
todos los conocimientos parciales a un todo que los contuviese y superase.
e)
Recorrer
la zona asignada. Esta fue sin duda, la estrategia más importante y a la que
más esfuerzos dedicamos. El objetivo definido fue conocer el barrio,
interiorizar su vida cotidiana en el sentido más amplio y, a la vez, comenzar a
tener presencia en el barrio, dejar de ser unos extraños para los vecinos;
iniciar la formación del necesario vínculo que, más tarde, iba a permitir
conformar grupos e y con lo que los habitantes pudiesen satisfacer alguna de
sus necesidades.
¿Qué implica todo esto? Ir, estar, caminar. Ir al barrio
determinados días a determinadas horas, para aparecer como una constante, e ir
al barrio en diferentes días, a diferentes horas, lo cual nos permite
aprehender el barrio de forma más general. Estar en el barrio, con
independencia del frío o calor, el día y la noche, el sol y la lluvia, con
nuestra persona, no exclusivamente como profesionales; tener presencia
socioemocional, no solo presencia física; estar con los cinco sentidos puestos
en lo que nos rodea y en nosotros mismos, para así descubrir qué es lo que más
nos impacta y cómo reaccionamos ante ello. Caminar por el barrio
constantemente, porque sólo así podemos obtener el conocimiento sensible del
mismo.
Y a lo largo de todo ese ir, estar y caminar se comienzan a
establecer contactos informales con los vecinos, acción en la que, de nuevo,
cobran especial significación los conceptos de estrategia y rol profesional.
¿Cómo abordamos a los vecinos de un barrio?¿cómo profesional que dice venir a
resolver los problemas de la gente o como persona- profesional que quiere
trabajar junto a las personas?. No tenemos en el bolsillo, letrinas, viviendas,
comida o trabajo, pero si una instrumentación teórico – práctica que nos
permite trabajar junto a un grupo de personas, para, entre todos, dar respuestas efectivas a algunas
necesidades. Y en algún momento surge una oportunidad que, bien aprovechada,
permite comenzar a motivar a un sector de la población para que se reúna y
comience a trabajar en conjunto.
Una noche Alejandra Caro y el suscripto, tras caminar
durante un par de horas por el barrio, nos dirigimos a la parada del autobús
para regresar a nuestras casas. Cuando nos faltan unos doscientos metros para
llegar a la misma, vemos que el autobús se marcha. Comenzamos a correr hacia
él, pero a los pocos metros desistimos. Varios adolescentes que se encontraban
a la puerta de un quiosco observan la situación y comienzan a silbar y gritar
al chofer; logran que éste se detenga y lo podamos alcanzar. Saludamos antes de
subir. Esto es una oportunidad.
Dos días después, regresamos al barrio y contactamos con
dos de aquellos adolescentes. Al agradecimiento por lo hecho días atrás, siguen
dos partidas de “metegol” (futbolín), una de pool (billar), un “¿qué soléis hacer en vuestro tiempo libre?”,
“y nada esto es muy aburrido” y finalmente, un “¿por qué no nos reunimos para
ver qué podríamos hacer juntos?” “Si, estaría bien”. Volveremos a la tarde.
Avisen a mas chicos y chicas”. Y a la tarde se repite el esquema, ya junto a
once adolescentes, con los que se acuerda tener una primera reunión al día
siguiente. Así comenzaba un proceso grupal que se iba a continuar a lo largo de
casi ocho meses.
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[1] Víctor Hugo Mamaní. Trabajador Social. Magister en Trabajo Social (UNER) Socioterapeuta en
Tóxicodependencias SEDRONAR- CEIS. (Centro Italiano de Solidaridad)
Roma-Italia. Especialista Universitario en Administración de Programas y
Proyectos Sociales por la
Universidad de Antofagasta. Chile. Posgrado en Teoría y
Técnica de Grupos. (UNT) Especialista Universitario en Educación SocioComunitaria
(UTN-RBA) Coordinador del Proyecto Comunitario de la Fundación Carmo
Lamas. Perico. Jujuy. “Por un futuro
mejor 2013 Enfoque de redes e intercultural a problemáticas de la infancia”
Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia. Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia de Jujuy. Se
desempeña profesionalmente en la Legislatura
Provincial-Bloque Justicialista y en organizaciones de la Sociedad Civil como
consultor en temas de su especialidad y conferencista independiente. Correo
electrónico: victorhugo235@hotmail.com
[2]
Experiencias comunitarias donde trabajamos Problemáticas de Niñez, Adolescencia
y Familia, en diversos barrios de Ciudad Perico-Jujuy. Proyecto: En red-ando Salud y Calidad de Vida, en
Barrio La Esperanza y Norte Argentino (2002-2006). Proyecto Por un futuro mejor 2007-2013 (Barrio La
Esperanza, La Paz, San Miguel, Libertad, Nueva Ciudad entre otros) Proyecto Resiliencia en Acción (20010-2013) en
Comunidad Rural El Pongo. Proyecto Tinkus
(2012)
en Villa Jardin de Reyes, en San Salvador de
Jujuy.
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