sábado, 6 de julio de 2013

LA INVESTIGACION CONSTRUCCIONISTA. Perspectivas y Desafíos en Trabajo Social

LA INVESTIGACION CONSTRUCCIONISTA[1]
Perspectivas  y Desafíos en Trabajo Social



 Víctor Hugo MAMANI
Magister en Trabajo Social


INTRODUCCION
Las ideas construccionistas  de alguna manera significan un desafío en Trabajo Social en particular y en las Ciencias Sociales en general, un reto frente a lo que venimos asumiendo como acceso al conocimiento y práctica de la investigación. El presente trabajo pretende describir algunos de los principales giros construccionistas y su posible aplicación en el Trabajo Social y las Ciencias Sociales. Si el construccionismo ofrece una visión alternativa del conocimiento y su construcción, ¿de qué manera influye este enfoque en nuestra forma de buscarlo para comprendernos mutuamente y para comprendernos a nosotros mismos?


RECONSTRUYENDO LAS PRÁCTICAS DEL CONOCIMIENTO
En palabras de Sebastián Bertucelli en el paradigma clásico o tradicional la investigación del conocimiento ha estado estrechamente relacionada-ligada a la búsqueda de la “verdad”. Desde un lugar de rebeldía con esta tradición, los construccionistas entendemos que el conocimiento es un “constructo”, un proceso y producto de comunidades determinadas, orientadas por supuestos, creencias y valores concretos. Para los construccionistas no existe de ninguna manera “la verdad para todos”, tampoco “la  verdad universal” o “verdad única”, existen “verdades en cada comunidad”. Refieren  K. Gergen y  M. Gergen que la gente a la que muchas veces llamamos “ignorantes”, no está exenta ni vacía de conocimientos, solo no integra o no es parte de la comunidad  que la considera de esa manera. Unos y otros (quienes llaman y quienes son llamados) funcionan de acuerdo con tipos de conocimiento diferentes. Por ejemplo un profesor de  Trabajo Social, Sociología o Psicología no sabe más que un jugador de fútbol, ni un historiador más que un albañil. El saber  de cada comunidad-grupo funciona de distintas formas para distintos propósitos. Este giro hacia la pluralidad del conocimiento, prepara el terreno para otros desafíos construccionistas frente a las tradiciones conocidas en la creación del conocimiento.

ALTERANDO FRONTERAS DISCIPLINARES
Las disciplinas del conocimiento científico, como la física, química, geología están en gran parte basadas o se asientan en la idea de que existen verdades objetivas acerca del mundo y que es posible descubrirlas. En esta tradición investigativa, en esta posición clásica, cada disciplina tiene objetos de estudio específicos (por ejemplo los elementos químicos, las especies animales o vegetales, economía, la mente) y requiere métodos de investigación especializados (experimentos, aparatología de laboratorio, análisis de muestras, entre otros) Esta forma de encarar la investigación, ha generado compartimentos estancos, separados, islas de investigadores, que muy pocas veces se comunican entre sí y que raramente resultan inteligibles para el público-comunidades en general. La mayoría de los campus universitarios  o departamentos de investigaciones se ubican en pequeños espacios, alejados  y desconectados entre ellos, “ni se visitan entre vecinos”. Si entre ellos no se visitan, se inclinan menos a comunicarse con la gente, se ubican por fuera de sus investigaciones.
El construccionismo plantea contrarrestar ese aislamiento, este parcelamiento. Para un construccionista, los objetos de investigación están construidos por las comunidades correspondientes de creadores de conocimiento. Estas comunidades (de los llamados científicos) crean la realidad de la química, la economía, la psicología, la física, etc. Como propuso el famoso historiador de la ciencia Thomas Kuhn, las comunidades desarrollan paradigmas.  Los paradigmas están constituidos por conjuntos de profesionales-científicos que comparten supuestos, métodos, formas de escribir, hallazgos y demás, que mantienen unida a la comunidad científica de referencia. Por ello este autor sostiene que todo paradigma presenta límites en sus lecturas, y tiende al conservadurismo. Estos paradigmas son los motores, de la lógica de una comunidad que los utilizan para conocer y resolver sus problemas. Aunque estos paradigmas aportan ventajas importantes, también tienen sus limitaciones.
Funcionan a menudo como unas anteojeras (gafas, anteojos, lentes) que una vez calzados/as  solo se ve la realidad  de acuerdo a los colores de tales lentes. Si por ejemplo, tu realidad es material, cualquiera que  mencione la palabra espíritu, te parecerá que no está hablando de nada. Si tu paradigma te exige la división del átomo, que se puede utilizar para fabricar una bomba, las cuestiones relativas al bien y al mal que entrañan las guerras no tendrán mucha relevancia; corresponden al reino de la política o la religión, no al de la ciencia.
El desafío que plantea el construccionismo es desdibujar, alterar las fronteras disciplinares, desmoronar medianeras entre las disciplinas. Nuestro bienestar último recae en el intercambio, en el tipo de diálogo que permite la interacción de realidades múltiples. La posición de “no compartir”  trae consigo la ceguera para apreciar los valores y las posibilidades de lo que llamamos tradiciones alternativas, es decir nuevos modos de encarar la creación del conocimiento. También es esencial llevar a las disciplinas y sus expertos, al diálogo con la cultura a su alrededor o al diálogo con la propia cultura.
Con estos encuentros se enriquecen todas las partes y lo que es más importante, el trabajo científico y el de los eruditos es más fácil que trabaje sobre cuestiones de importancia general para la sociedad. Para que no exista una desconexión tan grande entre las ciencias sociales y el resto de la sociedad (Greenwood y Levin (2011,p. 119) en Denzin y Lincoln: “Manual de Investigación Cualitativa” (2011)

INVESTIGAR LO QUE ES UTIL Y SE NECESITA
Desde la perspectiva construccionista,  se llama la atención sobre la investigación basada en un paradigma, que suele ser muy valorada por la comunidad científica correspondiente, es decir a la que pertenecen, donde anida el paradigma que se sigue. Los economistas aprecian los frutos de los modelos económicos, los neurocientíficos se interesan mucho por los resultados de la neuroimágen en la investigación. Sin embargo, el construccionismo nos pide también que consideremos la utilidad de esos lenguajes y de sus resultados fuera de las fronteras de esa comunidad científica, es decir en la sociedad que vivimos.
Una de las preguntas que nos hacemos los construccionistas es: ¿En qué medida estos lenguajes son comprensibles para la sociedad? ¿Cómo mejoran o empeoran la vida en sociedad los resultados de tales investigaciones?  Bertucelli (2011) diría en coincidencia con Ander Egg (2001) que los resultados sirven más a los investigadores que a las comunidades estudiadas. Que los resultados solo benefician a una minoría. Aquellos que están fuera de tales disciplinas ¿tienen voz en los juicios que emiten los científicos?
Estas son esencialmente cuestiones de valor. ¿Cuáles son los estilos de vida que deseamos promover? ¿Qué queremos para nuestros hijos y nuestros nietos? Los historiadores se encargan de decir cuál es la verdad acerca de la historia. Pero ¿Cómo se podría describir la historia de Medio Oriente? En gran parte depende de quién, en qué época y con qué propósito relata la historia. Unos relatos favorecerían a la religión islámica y otros no. Unos dirán que muchos países islámicos no han entrado en la era moderna de la tecnología y otros dirán que han resistido bien el deterioro de su tradición (conservado).
No es posible escribir la historia obviando las tradiciones. Y mientras estemos enredados en los conflictos generados por puntos de vista opuestos, el diálogo será esencial. Si todo lo demás fallase, solo nos quedaría aniquilarnos mutuamente.

FOMENTANDO METODOS Y ESTRATEGIAS MULTIPLES DE CONOCIMIENTO.

Este apartado entra en coincidencia con lo que plantean Denzin y Lincoln (2011, p.11) en su Manual de Investigación Cualitativa, cuando se refieren a “las otras formas de conocer y de producir conocimiento”. El paradigma clásico y su modo de encarar la investigación, asume que hay un mundo de objetos o sucesos separados del investigador, independientes del investigador. El trabajo del investigador es descubrir la naturaleza de ese mundo, desde diseños rígidos y cerrados. Esto a menudo significa la aplicación de una medida sensible y precisa al objeto de estudio. Por ejemplo, los que piensan que las “actitudes” están en la mente de las personas, elaboran  encuestas con  preguntas para “inferir las actitudes de la gente”.   Quienes creen en el “proceso económico”, utilizan el PBI (producto bruto interno) como medida del progreso económico. La creencia que prevalece es que “con el método se puede encontrar la verdad”. Se piensa que existe un método para llegar, encontrar y sobre todo descubrir “la verdad”.
Desde la perspectiva construccionista, los métodos de investigación reflejan los supuestos y los valores de una comunidad determinada. Así los resultados que arrojan los métodos no constituyen el reflejo de la naturaleza, sino una creación que tomamos como tal. Los psicólogos que creen en algo llamado “inteligencia” y quieren definir ciertas acciones (por ejemplo: la resolución de problemas) como inteligentes, han desarrollado una medida de la inteligencia que llaman CI (coeficiente  intelectual). Sin embargo, las respuestas de las personas a este tipo de test son solo indicadores de la inteligencia definida según la forma de describir el mundo de esos psicólogos, de esa determinada comunidad. Los test no reflejan las “diferencias en inteligencia”, sino que más bien construyen un mundo en que tales diferencias parecen obvias. El caso es el mismo si hablamos de medidas de autoestima, personalidad, funcionamiento cognitivo, etc.
Con esto no queremos sugerir el abandono de los métodos de investigación tradicionales, a pesar de identificar su poder para crear una realidad a conveniencia del paradigma dominante. No olvidemos que toda verdad existe-en el seno de una tradición cultural y que cada tradición sostiene ciertos valores. Con todo, los métodos de investigación de una tradición determinada pueden ser muy útiles para propósitos específicos. Si construimos el mundo en términos de salud y enfermedad física, y queremos evitar esta última, los métodos de investigación médica son muy valiosos. Pero esto no convierte la ciencia médica en la verdad, ni eleva sus métodos a una categoría superior a los demás.
Se pretende que estemos de acuerdo con la tradición de un paradigma y los valores que promueven, pero a menudo tenemos muy pocas oportunidades para cuestionar esos valores. Por ejemplo, son habituales las discusiones acerca de cuál es el mejor método de evaluación de la inteligencia. Sin embargo, raramente se presta atención a la cuestión de si debemos o no aceptar el propio concepto de inteligencia. La naturaleza de este concepto es un juicio de valor, se da el crédito a unas personas a expensas de quitárselos a otras: unas más inteligentes que otras. Aun así, nos preguntamos ¿qué clase de sociedad estamos creando cuando colocamos a todos sus miembros en una escala de este tipo y decimos que aproximadamente la mitad están por debajo de la media?    

AMPLIAR CAMPOS Y  FORMAS DE EXPRESIÓN
La mayor parte de la investigación científica se trasmite entre colegas mediante informes escritos. Estos informes suelen resultar de difícil lectura para la gente que no forma parte de esa comunidad, pero incluso quienes si pertenecen a ella a menudo los encuentran excesivamente complejos y aburridos (ni los leen). Los estilos de redacción en dichos informes (muchos en tercera personas) son descomprometidos, desde afuera y responden en parte a una –tradición de la Verdad- que enfatiza afirmaciones precisas de los hechos y rechaza los estilos retóricos que puedan predisponer al lector.
Se afirma que los científicos tienen que mantener la pasión fuera del marco de trabajo de sus escritos, de forma que no nuble el juicio del lector. Sin embargo, si entendemos la verdad como una creación común, estos requisitos para la redacción de los trabajos dejan de ser obligatorios. En lugar de eso, el reto es considerar los escritos científicos como una forma de relacionarse en el seno de una comunidad.
Visto así, podemos entender los escritos científicos tradicionales como una posible forma de expresión, no como la única, que resulta útil para ciertos propósitos (por ejemplo, para una comunidad eficiente entre un grupo de científicos de elite, para investigadores de unidades académicas) pero limitada en otros sentidos. Por ejemplo, si estos informes son solo para los científicos, entonces aquellos que están fuera de la ciencia no pueden participar en el dialogo. El ámbito científico es aquí exclusivista, cuando no elitista. En el caso de las ciencias sociales, esta crítica es especialmente importante, porque el ciudadano corriente es a menudo el objeto de estudio y no accede a tales conocimientos. Las ciencias sociales tienen una larga historia  en cuanto a encontrar deficiencias en diversos grupos de personas, etiquetándolas de: poco inteligentes, poco participativos, estrechas de miras, conformistas, deficientes mentales,  que no les interesa vivir mejor, con prejuicios  y similares.  Así se deja poco margen de protagonismo a las “víctimas de la investigación”, ya sea para comprender tales descripciones o para responder a ellas.
Muchos especialistas que conocen estos argumentos, sobre todo en ciencias sociales, experimentan con otras formas de redactar documentos científicos. Las formas nuevas permiten construir realidades nuevas. Algunas personas usan su –voz personal- para presentar su investigación. Al escribir en primera persona acerca de su propia experiencia, el relato llama más a la lectura y muestra el compromiso vital-social del científico. En tales escritos esta, además, implícito que lo que se expone es una construcción y que otros pueden ver las cosas de diferente manera. Hay también quien experimenta con voces múltiples para mostrar las distintas perspectivas.
En una reciente disertación escrita por una psicóloga maorí que trabaja en asesoramiento psicológico en Nueva Zelanda, se incluyen en el texto tres voces (con tres tipos de letra diferentes): su voz como especialista (desapasionada y objetiva), su voz personal (muy pasional) y una voz maorí (escrita en la propia lengua de este pueblo).
En un caso fascinante, Karen Fox incluye la voz de una clienta de su terapia que sufrió abusos sexuales por parte de su padrastro. Entrevista también al padrastro, que cumple condena por abusador sexual. Finalmente, debido a que ella misma fue víctima de abusos sexuales, incluye también su propia voz. Cada una de las tres voces aparece simultáneamente en la página, de manera que, al leer el relato no sólo se experimentan las múltiples perspectivas, sino que  al estar yuxtapuestas, se comprenden mejor.
Con todo esto, podemos ser incluso más atrevidos y preguntar: ¿Por qué tanto énfasis en la escritura para la presentación de un trabajo de investigación? Disponemos de muchas otras formas de representación,  y las palabras son muy restrictivas ¿Por qué no servirnos de películas, grabaciones de audio, música, arte, danza, recursos multimedia y otras opciones? Cada forma de presentación  ofrece nuevas posibilidades para construir el mundo y para relacionar las personas dentro de las comunidades que crean el conocimiento con las de fuera. Estos retos son tan emocionantes como radicales  sus consecuencias. Existen muchos precedentes de este tipo de trabajo. Durante casi un siglo, los antropólogos han venido utilizando las filmaciones para documentar la vida de las tribus. Estas grabaciones visuales son muchas veces más ilustrativas que los informes verbales. El uso de los dispositivos de grabación permite que cualquiera pueda compartir con otros la información sobre formas de vida que de otro modo permanecerían sin documentar. Nuevos medios producen nuevas construcciones del mundo. Y cada uno posee una capacidad distinta para crear una realidad.

A modo de ejemplo: el cambio social a través de la fotografía
Durante muchos años, M. Briton Lykes trabajó  con mujeres de las regiones montañosas de Guatemala. Estas mujeres habían sufrido enormemente a causa de las guerras civiles que habían azotado sus tierras. Miembros de sus familias  habían sido asesinados y sus aldeas destruidas por tropas enemigas. Como parte del trabajo de investigación y como recurso terapéutico para construir un lazo solidario  entre ellas, Lykes les dio una cámara de fotos. De este modo, ellas podrían documentar la destrucción y la violencia sucedidas. Luego, Lykes se encargó de que las mujeres compartieran entre ellas sus fotografías y que hablaran de las implicaciones de esas secuencias en sus vidas. Las conversaciones sobre las fotografías las condujeron a una mayor y profunda comprensión de los acontecimientos y también le ayudaron a encontrar el camino  para reconstruir la comunidad. A través de estas fotografías, las mujeres recibieron la rara oportunidad de expresar su visión de la vida, del futuro y desarrollaron la clase de solidaridad e inspiración necesarias para provocar un cambio.
Sus conversaciones y fotografías les ayudaron a crear nuevas realidades que les permitieron nuevos planes de futuro. Para estas mujeres, una mayor esperanza sobre lo que eran y lo que podrían llegar a ser surgió a partir de un esfuerzo de construcción social.


El florecimiento de los métodos de investigación social
Estos cuatro retos; saltar las fronteras entre disciplinas, investigar sobre aspectos útiles para la sociedad, fomentar la multiplicidad de métodos y ampliar las formas de expresión son aplicables a todas las áreas de creación del conocimiento. Sin embargo,  como es de suponer, las ideas construccionistas han tenido más impacto en las ciencias sociales  y las humanidades que en ciencias naturales. En la investigación de las primeras, han florecido nuevas prácticas. Aquí ilustraremos algunos de estos avances. Exploraremos específicamente la experimentación en estudio narrativo, análisis del discurso, etnografía e investigación-acción.

1.      LA NARRACIÓN DEL YO.
En la investigación tradicional, el científico social observa y extrae conclusiones acerca de otras  personas, sus motivos, sus problemas, sus costumbres, sus relaciones, etc. Sin embargo, un construccionista pregunta: “¿Por qué no se concede a la gente a hablar con su propia voz?, ¿los sujetos de una investigación han dado su autorización para que hablen en su nombre? ¿se sabe siquiera si éstos están de acuerdo con las conclusiones? En lugar de hablar acerca de ellos ¿por qué no dejarlos que sean ellos mismos quienes hagan el retrato de su vida?
Los métodos narrativos son un medio importante para dar voz (para escuchar voces) en una investigación. Hablando de narrativas, en este contexto las investigadores permiten (y se permiten),  dejan que la gente cuente ella misma su historia (construyen conversaciones). Es posible que, por ejemplo reúnan historias  relativas a sus vidas, analicen autobiografías o localicen cartas de archivos históricos.
De este modo, la investigación narrativa, se vino utilizando para comprender mejor el envejecimiento, la inmigración, la delincuencia, el consumo de drogas, la “salida del armario” y muchos temas más. Estas historias no solo son importantes porque nos dan una idea de las diferentes realidades en las que se hallan  inmersas otras personas, sino porque nos capacitan para entender la vida desde su punto de vista.

A modo de ejemplo: En lucha con el monomito del logro
Para ilustrar el enfoque narrativo aplicado al trabajo, consideremos la investigación de Mary Gergen sobre autobiografías de estadounidenses que han alcanzado grandes logros. A ella, estas autobiografías de líderes en los  negocios, las artes y los deportes le sugieren que la vida de los hombres parece dominada por lo que se suele llamar el “monomito”, esto es el antiguo mito del hombre  que emprende una búsqueda, (por ejemplo: matar al dragón y salvar a la princesa, derrotar al enemigo y volver como héroe victorioso. Parece que este mito funciona como un recurso para los hombres, les proporciona un esquema para guiar sus vidas. Examinó a su vez, autobiografías de mujeres que también habían destacado por sus logros, y encontró poca evidencia de la presencia del monomito. En lugar de eso, las mujeres de éxito parece que no son buenas relatando historias; a menudo describen las relaciones  que son importantes para ellas, pero sin nada que ver  con los intereses de su carrera. Mary Gergen se preguntaba  si la ausencia  de un monomito en la vida de las mujeres era un motivo que disminuía  sus posibilidades de convertirse en mujeres que logran sus objetivos. O quizás más importante; ¿Era  posible que la forma común de narrativa fuera demasiado estrecha de miras para abarcar las actividades de las mujeres contemporáneas? Y en un mundo donde  las relaciones son tan importantes en todo lo que sucede, ¿el monomito es  una forma prometedora de narrativa que guie la vida de los jóvenes, o es una camisa de fuerza? Esto es una cuestión de valores, y hombres y mujeres a menudo tienen un punto de vista diferente al respecto.

2.      ESTUDIOS SOBRE EL DISCURSO
Un teórico francés muy influyente, Michel Foucault  arrojó luz sobre la forma en que diversas comunidades (la de la ciencia, la de la religión, el gobierno, etc.) estructuran regímenes diciplinarios. Un régimen disciplinario es un conjunto de reglas que aprendemos para regular nuestras conductas y formas de expresión. Cuando absorbemos una disciplina (a partir de cómo nos la transmitieron, de cómo nos la enseñaron, metodologías y actitudes docentes) aprendemos a comportarnos de determinada manera y no de otra. En lugar de que sean otros los que vigilen cada uno de nuestros movimientos, somos nosotros mismos  los policías que controlamos que  no hagamos cosas que se puedan considerar tontas, desagradables o malas, o contrarias a la disciplina o paradigma.
Estas disciplinas nos ciegan para ver otras cosas, anulan posibilidades y nos llevan a denigrar a los que no pertenecen a ellas. Influidos por tales argumentos, muchos eruditos del construccionismo se han sentido atraídos por el estudio del discurso y su impacto en la vida social.
Los investigadores  se ocupan especialmente de cómo las diferentes formas  de hablar y escribir moldean  nuestras pautas de vida ¿de qué manera las distintas palabras que utilizamos nos empujan en una dirección y nos bloquean para seguir otras? Los analistas del discurso pretenden arrojar luz sobre las lenguas que rigen nuestras vidas, no únicamente porque estas lenguas sean interesantes, sino también  desean estimular el cambio social. Quieren desafiar nuestro sentido común, la visión del mundo asumida, con el fin de que seamos libres para actuar de otra manera o no. Por ejemplo, si prestamos atención a una distinción de las que se dan por sentado, como es entre heterosexuales y homosexuales (hetero y gays) nos daremos cuenta de que las categorías que utilizamos son limitadas. Dividimos nuestro complejo mundo  de relaciones sexuales en dos categorías excluyentes, incluso aunque nos demos cuenta de que la vida sexual de las personas a menudo es mucho más compleja.
Si examinamos el discurso común más atentamente y más críticamente podremos reconsiderar las diversas formas de vida y buscar nuevas pautas. En el caso de la sexualidad se han desarrollado nuevos términos: metrosexual, polisexual, bisexual, transexual, lesbianas, etc. que invitan a nuevas pautas de vida cultural. A ojos de muchas personas el foco de la investigación sobre el discurso está en la liberación. El foco de la investigación también está puesto en la posibilidad de desatarnos de las ataduras, que cada disciplina y paradigma impone.

A modo de ejemplo: “soy demasiado viejo para eso…una explicación mortal”
El estado de Illinois e encontró una vez con falta de enfermeras. El sociólogo Chris Bodily realizó un estudio para averiguar  ¿por qué las enfermeras de más de 50 años ya no trabajaban ni parecían interesadas en volver a trabajar? Revisó más de mil respuestas y le chocó la cantidad de veces  que las participantes  se referían a la edad para explicar por qué se habían retirado. Hicieron comentarios del tipo: “debido a mi edad…”, “sería imposible a mi edad” exponiéndolo  como si fuera obvio que no podían seguir trabajando. Aún así, señala Bodily, no hay nada en los años que uno ha vivido  que imposibilite la productividad continuada.
Con un discurso similar, hay gente que dice: “soy demasiado viejo para jugar al tenis, o para tener una aventura amorosa”. Sin embargo, las investigaciones sugieren que el declive en la forma física es principalmente el resultado de una disminución de la actividad física y no lo contrario. En efecto, nuestro potencial no decae radicalmente porque estemos envejeciendo, sino porque dejamos de estar activos. Si las personas mayores mantienen los niveles de actividad, pueden bajar la presión arterial,  reducir la ansiedad, mejorar las pautas de sueño, fortalecer los huesos, mejorar la resistencia cardiovascular, estar más sanas y más fuertes, prácticamente en cualquier aspecto. A menos que aceptemos el discurso común: “Soy demasiado viejo para…”    lo que posiblemente es una invitación a la muerte prematura.

3.      VIVIENDO MUNDOS: AVENTURAS ETNOGRAFICAS.
El propósito de gran parte de la investigación tradicional es establecer un conjunto de teorías o principios abstractos, con el objetivo de poder así predecir  el comportamiento humano. Para muchos construccionistas, las teorías abstractas parecen muy alejadas de la vida cotidiana, y se presentan como inamovibles a lo largo del tiempo. Además uno nunca  sabe cuándo y cómo un concepto abstracto se aplica a una situación en particular. Como resultado, muchos investigadores sociales han abandonado la búsqueda de una teoría abstracta a favor de la investigación etnográfica: estudios que arrojan luz sobre diversos grupos de personas. Según su razonamiento, al comprender mejor cómo otros viven y construyen su mundo otras personas, ampliamos nuestros horizontes, las cosas que valoramos y el potencial vital. Como resultado, han florecido los métodos etnográficos.
Por cierto, los estudios etnográficos no son tan nuevos en las ciencias sociales. Inicialmente fue la antropología la que desarrolló este tipo de investigación. Los antropólogos viajaban a tierras lejanas y convivían con las comunidades tribales. Estudiaron los habitantes de las Islas Trobriand, en Papúa Nueva Guinea; los de la Isla de Bali, en Indonesia; los minangkabau de la Isla de Sumatra, en Indonesia y muchos más. Con la desaparición de las culturas “exóticas”, no afectadas por las costumbres occidentales, se produjo un giro en las diversas subculturas que forman las sociedades modernas. Los sociólogos se unieron en muchos casos a los antropólogos para estudiar pequeñas comunidades étnicas, cultos religiosos, trabajadores del sexo, culturistas y bandas de moteros, todos los grupos relativamente inaccesibles a la cultura en general.
El estudio etnográfico atrae a muchos construccionistas, no solo porque arroja luz sobre construcciones alternativas del mundo, sino también porque no requiere el tipo de manipulación y de engaño que a menudo acompaña a los experimentos de laboratorio. A su vez las ideas construccionistas también han abierto nuevas perspectivas para la etnografía. He aquí dos de los avances más interesantes:
Etnografía Colaborativa. Los investigadores se preguntan cada vez más (o deberían preguntarse muy a menudo) “¿qué derecho tengo a informar sobre los demás, a traducir sus vidas con mis palabras? ¿por qué la gente no tiene derecho a aportar su propia definición de sí misma?. Tales reflexiones han sido un estímulo para muchos investigadores que buscan formas de trabajar en colaboración con aquellas personas que desean estudiar. Por ejemplo hace algunos años, un colega tejano James Scheurich, se interesó en exponer la experiencia de los emigrantes mexicanos en Texas. Obtuvo la cooperación de dos estudiantes graduados de origen mexicano y juntos organizaron una investigación en forma de happening  o evento artístico en vivo e invitaron a la gente a participar en ella. Se preparó una gran oferta visual, estética e intelectual disponible para todos los participantes. Varios inmigrantes compartieron sus historias por escrito, en grabaciones de audio, con fotografías y diapositivas. Además de música y poesía, hubo presentaciones, que incluyeron la participación de la audiencia. La idea era presentar la experiencia como polivocal, sin un tema central o metáfora dominante. No había una única experiencia mexicana de la inmigración. El evento consiguió que la voz de cada uno de los visitantes pudiera resonar a su manera. Un enfoque como éste que enfatiza el potencial constructivo de cada espectador/participante, evita la amenaza de rechazo o de negación que podría provocar la presentación de una única voz. Así pudieron poner de manifiesto que no existe una comprensión simple o singular de la vida de los demás.
Autoetnografía. Hay otra pregunta de los investigadores que también es cada vez más frecuente; “¿Por qué tendría yo que hacer informes sobre la vida de los demás si no estoy en su piel?”. Este tipo de reflexión a promovido el desarrollo de la autoetnografía: la revelación de la experiencia de la propia vida para dar a conocer una subcultura determinada. Por ejemplo; Carol Rambo Ronai ha escrito acerca de su trabajo en el Gentleman’s Club como bailarina de “barra americana”  y luchadora en el barro. Su autoetnografía aúna la reflexión y la descripción de su sentido de sí misma, de la relación entre las chicas, del jefe y la audiencia, y de la atmósfera de club que rodea este tipo de negocio. Su relato está lleno de drama, tensión emocional, violencia, y excitación y repulsión sexual. Su meta, como bailarina y como experta, es que el lector conozca la experiencia de trabajar en ese tipo de clubes, mejor de lo que podría entenderlo a partir de un retrato menos emocional, menos comprometido.

4.      CREAR NUEVOS MUNDOS: LA INVESTIGACION ACCION
Una de las diferencias más radicales entre la visión tradicional de la investigación y la construccionista reside en el contraste entre sus puntos de vista acerca del cambio personal y social. El enfoque tradicional tiende a asumir un alto grado de estabilidad en la conducta humana. Por ejemplo, los investigadores se centran en los procesos cognitivos, el liderazgo, las diferencias étnicas o la estructura social, como si fueran relativamente duraderos. Estos psicólogos se apoyan especialmente en las teorías neurológicas - evolutivas y a partir de ellas afirman que los hallazgos de la investigación actual son aplicables a cualquier época y a cualquier cultura. Por el contrario, los construccionistas hacen incapié en el potencial humano para el cambio, ya que consideran que las formas de vida cultural se mantienen unidas porque comparten significados y valores, y esta vida puede cambiar radicalmente mediante la transformación de esos valores y del discurso. La rápida ascensión del maoísmo en China, el deterioro de la Unión Soviética, el derrumbamiento del Apartheid en Sudáfrica, y el aumento del terrorismo en todo el mundo son solo unos pocos ejemplos. La investigación del ayer pudo ser útil, pero mañana es siempre una cuestión abierta.
Desde esta perspectiva, los investigadores se sienten cada vez más atraídos por las posibilidades que ofrece la aplicación de la investigación no para trazar el pasado con el fin de predecir el futuro, sino para crear nuevos futuros directamente. La investigación-acción se dedica a esta última finalidad. Tiene su origen en la década de 1970 y comparte mucho del fervor  político e intelectual de aquella época. Estos investigadores no permanecen escondidos en el laboratorio estudiando a personas y animales para publicar artículos en revistas que leerán sus colegas y para obtener  beneficios a largo plazo. En lugar de eso, salen a la calle y ofrecen sus servicios a los que los que los necesitan. En concreto, lo que esperan es que su investigación pueda ayudar a liberar a la gente de condiciones políticas y económicas opresivas y a generar nuevas oportunidades para las personas. Esta forma especial de investigación comprometida ha aumentado en los últimos  años, especialmente en Gran Bretaña, Escandinavia y Sudamérica. Al final de la década de 1990, se celebró un simposio mundial de investigación-acción en Cartagena, Colombia, que reunió a dos mil delegados de 61 países. En la actualidad, las principales metas de la investigación-acción son aliviar el sufrimiento, construir-establecer un sistema justo, reducir el conflicto y mejorar el proceso democrático. La investigación-acción se aplica a diversas prácticas, como el desarrollo en las organizaciones, la educación, el desarrollo comunitario y la terapia.

La investigación-acción, en acción.
Un centro de reunión y atención para jóvenes de la calle, en Ottawa, Canadá, se enfrentaba a una crisis. Algunas personas pensaban que el centro necesitaba más estructura y más reglas; otras creían que hacían falta más asesores y más personal en general; y algunos decían que había que cerrarlo para evitar la “chusma” de jóvenes merodeando por el barrio. El centro estaba subvencionado por el área de juventud del ayuntamiento, que decidió estudiar la situación y lo reformó posteriormente. Sin embargo, en lugar de usar el método tradicional de estudio  elegido fue la investigación-acción. Los investigadores desarrollaron específicamente una asociación con los jóvenes, con la esperanza de que se unieran a ellos para crear activamente su propio futuro en él. Los investigadores y los coordinadores del centro juvenil los ayudaron en el proceso. El equipo de investigación estaba formado por seis jóvenes, dos coordinadores del centro y un investigador externo.
El primer paso de esta investigación-acción; el proceso de creación del equipo, requirió que los jóvenes conocieran el proceso y a los adultos que participaban en él y que confiaran en uno y otros. La meta del grupo era evaluar el centro, hacer recomendaciones a la agencia municipal y ayudar a que sirviera mejor a sus usuarios. El grupo alcanzó sus objetivos en 18 largos meses de  luchas y triunfos. Al sentir el proceso como algo suyo, los chicos de la calle se involucraron plenamente en él y fueron capaces de re-conocer y evaluar el centro de formas  muy vitales e importantes. Participaron en actividades creativas con sus compatriotas adultos y crearon, por ejemplo, un kit  que fue la base de sus presentaciones a los grupos de fuera y otros chavales. Aunque el contenido del kit estaba basado en datos sólidos, su presentación fue animada, colorista, y llena de vida y humor. Este trabajo conjunto convirtió el centro en un vibrante elemento  en la vida de los jóvenes y contribuyó significativamente al futuro de las instalaciones, futuro que quedó asegurado por sus esfuerzos.




[1] Trabajo elaborado para defensa de Tesis de Maestría en Trabajo Social, propuesta alternativa en Investigación en Trabajo Social basada en lineamientos del Cap.4. de GERGEN, Kenneth J. y GERGEN, Mary  (2011) “Reflexiones sobre la Construcción Social”, Paidós, Barcelona. 

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VICTOR HUGO MAMANI Mg. en Trabajo Social (UNER) Lic. en Trabajo Social (UNSE) En Santiago del Estero-Argentina