APUNTES
Víctor Hugo MAMANI
Debo reconocer
que a lo largo de mi experiencia de trabajo como profesional penitenciario “la muerte” de otros y hasta la propia,
ha rondado mi vida. Cuando digo “otros”,
me refiero a las personas privadas de libertad alojadas en los pabellones de
las instituciones penales en las que trabajé: adultos y adolescentes, varones y
mujeres, procesados o penados.
Considero que en
el transcurso de nuestro desempeño profesional ( como funcionario de prisiones
en atención directa de personas privadas de libertad) pocas veces nos detenemos a pensar y
reflexionar sobre la “muerte”.
Hoy tenemos la
posibilidad de repasar, repensar, mirar a contrapelo esta experiencia con la
cercanía de la “muerte”, como una circunstancia más en nuestra existencia.
La muerte
circuló, me rondó, se me presentó de diferentes formas durante mi trabajo en y
con el “encierro” o “enjaulamiento de seres humanos por otros
seres humanos”
Entre las
expresiones que escuchamos en los pasillos, patios o pabellones podemos citar:
Aquí, la “muerte” ronda
Después de la cárcel queda la muerte
La cárcel es la muerte.
Estar encerrado es morir en vida.
Aquí se pierde todo.
¿qué es la muerte? es esto. Estar preso.
Como vemos,
estas expresiones dan cuenta de la relación y los sentidos que le otorgan los
internos a la cárcel y a la muerte.
De todos modos captamos otras expresiones
“debe ser feo morir en la cárcel”
“morir aquí, es una posibilidad. Aunque no las busqués”
“Muchos murieron aquí, sus almas deben andar
por los techos, penando”.
“En la noches se escuchan ruidos, y si, son
las almas de los que se secaron en la cárcel”
En una
entrevista con un alto jefe de la penitenciaria provincial, nos decía al
respecto:
“los niveles
actuales de violencia superaron a
los años anteriores, estamos sacando
punteados todas las semanas, y también la cantidad de internos que se
suicidaron por ahorcamiento (corbateados) es preocupante. Ni hablar aquellos
que se prenden fuego o prenden fuego la celda. No debemos olvidar aquellos
que se van matando de a poco con la
droga, es terrible”. “Ahora tenemos los que mueren por raznoes de salud, que no
podemos cubrir en la institución. De alguna manera cárcel se transforma en sinónimo de muerte”
Las situaciones
de muerte con las que nos encontramos en la cárcel, comúnmente son:
- La muerte de un interno por enfermedad ( Por ej.HIV)
- La muerte de un interno, por apuñalamiento (Ajuste de cuentas, riñas, etc.)
- La muerte de un interno por accidente ocasionado (prendió fuego a su
celda en señal de protesta, y no lo pudo controlar- “se le fue de las manos y se quemó- murió”
- La muerte de un interno por suicidio (generalmente por ahorcamiento)
- La muerte de un familiar de interno- padre- madre- hijos (“… y yo encerrado sin poder estar ahí, para despedir - duelos )
De cada una de
estas situaciones se desprenden, otras muy particulares que llevarían a
construir capítulos de cada una, describiendo actores, situaciones, impactos,
discursos. No es el objetivo en este momento.
La muerte, deja
sus efectos colaterales en quienes estuvieron-estuvimos cercanos al
acontecimiento. Se trate de la muerte de personal, internos, familiares. Muchas
son las formas de elaborar los duelos de lo perdido: sea la vida de un amigo o
compañero de celda, de un familiar cercano. La cárcel condiciona la modalidad
de elaboración de dichos duelos, estar encerrado lleva a los internos y a sus
familiares a recorrer diferentes
alternativas de elaboración de dichos
duelos.
La muerte en los
pabellones deja su presencia por varios días, en los rumores, las diferentes
versiones que circulan en torno a ella, comentarios, conjeturas, hipótesis que
aparecen en torno a ella “no dejan que el
finado descanse en paz”. Las noches parecieran que son más oscuras en las
cárceles, pues el fantasma del occiso recorre pasillos y techos, toca muebles,
hace que sus pasos se escuchen, como despidiéndose de los lugares recorridos,
donde en vida, dejó huellas. Algunos dirán
“el almita viene a borrar sus huellas, a llevarse sus huellas”.
Situaciones
incomprensibles para la razón humana, que son elaboradas por mecanismos de
evasión, y en otros casos apelamos a misas, oraciones, rezos
colectivos, bendiciones de parte del cura de la institución. (Como para cerrar
historias, clausurar procesos)
En otros casos
la psicóloga se hacía cargo de ayudar a elaborar el duelo, (es una manera de
decir)
En otros casos
los mismos compañeros, en sus cotidianas “ranchadas”
mates de por medio y a modo de grupos terapéuticos, se encargan de alivianar la
carga pesada del sentimiento y recuerdo del compañero fallecido, del vacío.
Otros apelan a
dispositivos mortíferos como la droga,
el alcohol, pastillas “para olvidar, y
que los días pasen más rápido, que la pérdida no se sienta tanto, adormecerse” Tal vez sea, morirse también unas horas,
morirse de a poco.
Las muertes por
agresiones, por violencia, por apuñalamiento, por incendios, impactan en la
subjetividad de quienes trabajan y viven en el interior de las cárceles, tanto
interno como personal penitenciario. Algunas se piensan, se reflexionan
conversando, se dejan pasar y se elaboran solas, el tiempo cicatriza las
heridas que la muerte deja. En la cárcel cada
uno elabora la muerte como puede y como el encierro te lo permite.
[1]
“Morir en la cárcel” Fragmento de la Ponencia presentada en IV Congreso Latinoamericano de Ciencias
Sociales y Humanidades.”Imágenes da
Morte” junto al Dr. JUAN MAGARIÑOS DE MORENTIN. Universidad
Salgado de Oliveira – Universo Campus de Niteroi. 26 al 30 de Julio 2010. Rio
de Janeiro. Brasil.
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