sábado, 29 de junio de 2013

LA MUERTE EN SITUACIÓN DE ENCIERRO[1]
APUNTES


Víctor Hugo MAMANI

Debo reconocer que a lo largo de mi experiencia de trabajo como profesional penitenciario “la muerte” de otros y hasta la propia, ha rondado mi vida. Cuando digo “otros”, me refiero a las personas privadas de libertad alojadas en los pabellones de las instituciones penales en las que trabajé: adultos y adolescentes, varones y mujeres, procesados o penados.
Considero que en el transcurso de nuestro desempeño profesional ( como funcionario de prisiones en atención directa de personas privadas de libertad)  pocas veces nos detenemos a pensar y reflexionar sobre la “muerte”.
Hoy tenemos la posibilidad de repasar, repensar, mirar a contrapelo esta experiencia  con  la cercanía  de la “muerte”, como una circunstancia más en nuestra existencia.
La muerte circuló, me rondó, se me presentó de diferentes formas durante mi trabajo en y con el “encierro” o “enjaulamiento de seres humanos por otros seres humanos”
Entre las expresiones que escuchamos en los pasillos, patios o pabellones podemos citar:

Aquí, la “muerte” ronda
Después de la cárcel queda la muerte
La cárcel es la muerte.
Estar encerrado es morir en vida.
Aquí se pierde todo.
¿qué es la muerte? es esto. Estar preso.

Como vemos, estas expresiones dan cuenta de la relación y los sentidos que le otorgan los internos a la cárcel y a la muerte.

De todos  modos captamos otras expresiones

“debe ser feo morir en la cárcel”
“morir aquí, es una posibilidad.  Aunque no las busqués”
“Muchos murieron aquí, sus almas deben andar por los techos, penando”.
“En la noches se escuchan ruidos, y si, son las almas de los que se secaron en la cárcel”


En una entrevista con un alto jefe de la penitenciaria provincial, nos decía al respecto:
“los niveles  actuales de violencia  superaron a los años anteriores, estamos sacando  punteados todas las semanas, y también la cantidad de internos que se suicidaron por ahorcamiento (corbateados) es preocupante. Ni hablar aquellos que se prenden fuego o prenden fuego la celda. No debemos olvidar aquellos que  se van matando de a poco con la droga, es terrible”. “Ahora tenemos los que mueren por raznoes de salud, que no podemos cubrir en la institución. De alguna manera cárcel  se transforma en sinónimo de muerte”


Las situaciones de muerte con las que nos encontramos en la cárcel, comúnmente son:

  • La muerte de un interno por enfermedad ( Por ej.HIV)
  • La muerte de un interno, por apuñalamiento (Ajuste de cuentas, riñas, etc.)
  • La muerte de un interno por  accidente ocasionado (prendió fuego a su celda en señal de protesta, y no lo pudo controlar- “se le fue de las manos y se quemó- murió”
  • La muerte de un interno por suicidio (generalmente por ahorcamiento)
  • La muerte  de un familiar de interno- padre- madre- hijos (“… y yo encerrado sin poder estar ahí, para despedir - duelos )
  •  
De cada una de estas situaciones se desprenden, otras muy particulares que llevarían a construir capítulos de cada una, describiendo actores, situaciones, impactos, discursos. No es el objetivo en este momento.

La muerte, deja sus efectos colaterales en quienes estuvieron-estuvimos cercanos al acontecimiento. Se trate de la muerte de personal, internos, familiares. Muchas son las formas de elaborar los duelos de lo perdido: sea la vida de un amigo o compañero de celda, de un familiar cercano. La cárcel condiciona la modalidad de elaboración de dichos duelos, estar encerrado lleva a los internos y a sus familiares  a recorrer diferentes alternativas  de elaboración de dichos duelos.
La muerte en los pabellones deja su presencia por varios días, en los rumores, las diferentes versiones que circulan en torno a ella, comentarios, conjeturas, hipótesis que aparecen en torno a ella “no dejan que el finado descanse en paz”. Las noches parecieran que son más oscuras en las cárceles, pues el fantasma del occiso recorre pasillos y techos, toca muebles, hace que sus pasos se escuchen, como despidiéndose de los lugares recorridos, donde en vida, dejó huellas. Algunos dirán “el almita viene a borrar sus huellas, a llevarse sus huellas”.
Situaciones incomprensibles para la razón humana, que son elaboradas por mecanismos de evasión,  y en otros casos  apelamos a misas, oraciones, rezos colectivos, bendiciones de parte del cura de la institución. (Como para cerrar historias, clausurar procesos)
En otros casos la psicóloga se hacía cargo de ayudar a elaborar el duelo, (es una manera de decir)
En otros casos los mismos compañeros, en sus cotidianas “ranchadas” mates de por medio y a modo de grupos terapéuticos, se encargan de alivianar la carga pesada del sentimiento y recuerdo del compañero fallecido, del vacío.
Otros apelan a dispositivos  mortíferos como la droga, el alcohol, pastillas “para olvidar, y que los días pasen más rápido, que la pérdida no se sienta tanto, adormecerse”  Tal vez sea, morirse también unas horas, morirse de a poco.

Las muertes por agresiones, por violencia, por apuñalamiento, por incendios, impactan en la subjetividad de quienes trabajan y viven en el interior de las cárceles, tanto interno como personal penitenciario. Algunas se piensan, se reflexionan conversando, se dejan pasar y se elaboran solas, el tiempo cicatriza las heridas que la muerte deja. En la cárcel cada uno elabora la muerte como puede y como el encierro te lo permite.






[1]  “Morir en la cárcel”  Fragmento de la Ponencia presentada en  IV Congreso Latinoamericano de Ciencias Sociales y Humanidades.”Imágenes da Morte”  junto al Dr. JUAN MAGARIÑOS DE MORENTIN. Universidad Salgado de Oliveira – Universo Campus de Niteroi. 26 al 30 de Julio 2010. Rio de Janeiro. Brasil.

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VICTOR HUGO MAMANI Mg. en Trabajo Social (UNER) Lic. en Trabajo Social (UNSE) En Santiago del Estero-Argentina