LO ÉTICO-POLÍTICO EN TRABAJO SOCIAL
¿Práctica social o discurso
solamente?[1]
Mg. Víctor Hugo MAMANI
I.
Debo declarar que parte del
título de este “borrador de reflexiones” se lo tomé prestado a Natalio Kisnerman (2001) y a diferencia
del maestro, es la primera vez que escribo sobre estas dimensiones del ejercicio
profesional: “lo ético y lo político”.
Es más, nunca me imaginé hablando de estos temas tan lejos de mi tierra. Estas
dimensiones del ejercicio profesional
siempre me parecieron temas a poner en la arena de los debates, más desde la práctica
profesional que desde el discurso.
Sobre todo después de leer un
texto de Donald A.Schon (1996) que
desde la
Universidad de Massachusetts recuerda a sus
contemporáneos “que nuestra sociedad ha llegado a depender fuertemente de los
profesionales, hasta tal punto que la conducción de los negocios, la industria,
el gobierno, la educación y la vida cotidiana serían impensables sin ellos, hay
signos de una creciente crisis de confianza en las profesiones”
En nuestro país y me arriesgo a
decir en Latinoamérica, la situación no es tan diferente, escándalos muy
publicitados dieron muestra de que los profesionales aprovecharon sus
posiciones de privilegio para obtener beneficios personales, al menos en mi
provincia sucede, no se en la vuestra. Las soluciones diseñadas por profesionales
para problemas del pueblo, fueron a veces peores que el problema que se
pretendía resolver, como dicen un dicho popular “el remedio es peor que la
enfermedad” o como me dijo alguna vez, una vecina del barrio donde
desarrollo mi experiencia comunitaria actual;
“mire don víctor, en el barrio el que sabe,
sabe, el que no, es profesional”
Estoy convencido de que los
profesionales de las Ciencias Sociales somos privilegiados, desde que
transitamos las aulas y los espacios institucionales con prácticas pre-profesionales
desde la academia hasta el ejercicio profesional. Ello, en el sentido de que
tenemos pasaporte para “intervenir”
en la vida cotidiana de la gente, revolver
sin resolver, diagnosticar y marcharnos, sin que nadie nos haga denuncias
de mala praxis.
II
¿De qué hablamos cuando hablamos de ética?
¿De que ética hablamos cuando hablamos de ética?
Tengo que
confesarme escéptico sobre el discurso acerca de la moral y de la ética, pues
creo que desde el discurso se enmascara lo real, Bucay diría en su CARTAS PARA
CLAUDIA “yo soy yo y mi lenguaje es mi
disfraz”. Creo que la ética se reduce paradójicamente a grandes palabras, desde
y con un supuesto poder en las relaciones humanas, palabras que no son y no
deben ser cuestionadas, como tampoco la realidad donde esas palabras se
instalan.
Palabras
emergentes de un pretendido pensamiento racional, objetivo y verdadero, que refleja el orden de las cosas que los
humanos debemos obedecer.
Ética y
Moral, no son actividades científicas, son actividades reflexivas. Solo tienen
por función comprender y dilucidar el sentido de nuestros actos, repito el
sentido de nuestros actos, desde los valores que los guían. Valores que son
construcciones sociales e históricas y políticas.
La ética
tradicional tiene mucho de religión, como ella y en tanto DOGMA, no se discute.
El “no deber hacer” no robaras, no
matarás, no, no, no , no… determinadas cosas tiene un origen oculto,
misterioso, como emergente de la revelación divina. Con todas las normas que
los hombres y profesiones hemos elaborado, ¿hemos
creado una sociedad, ética, moral o simplemente mejor? ¿los mandamientos cristianos, aseguran por si mismos, que los
cristianos los cumplan?
En muchos
casos, las máximas autoridades de esa Iglesia avalaron dictadores y matanzas de
seres indefensos. Las evidencias señalan que no, aunque algunos colegas aparezcan, negando eso. Siempre respondo “si tu eres
ético, eres la excepción, yo hablo que lo que creo es la regla que se instituyo desde la acción
profesional y no desde el discurso a lo
largo de la historia de nuestra profesión”.
Los enormes
códigos de ética profesional
¿Garantizaron que los
Trabajadores Sociales hagamos mejor nuestro trabajo en beneficio del pueblo?
Pienso que
seguimos estando en presencia de una ética extrinseca imponiendo el “deber ser”
de quienes ostentan el poder de escribir sobre ética profesional, nuestra conducta
humana regulada por códigos, basadas en un ser individual, universal, que niega
la creatividad y la propia identidad de cada sujeto, la diversidad cultural.
Etica
fundada en una neutralidad inexistente, olvidando que lo emocional mueve la
acción como refiere Maturana. Esa Etica y esa Moral es la que no me convencen,
desde que era adolescente.
Entiendo
que nada está regido exclusivamente por la razón y que todo se construye en las
prácticas sociales, en el despliegue de las relaciones sociales, en el espacio
de significados del que participamos y construimos las personas, ustedes y yo.
La sociedad no se moldea con buenos principios, se logran con medidas que
dignifiquen a sus habitantes, trabajo justamente pagado, acceso a la educación
de calidad, salud y vivienda para todos, con libertad y auténtica democracia.
Creo que ya es hora de dejar de discursear y pasar a la acción, hace muchos
años que la sociedad está en manos de los profesionales, se ha confiado el
bienestar de nuestra sociedad a todas las profesiones ¿qué hicimos? ¿mejoraron las cosas?, es en esta reflexión, donde
comenzamos a construir la ética y continuamos en la práctica social, haciendo
en relación con otros, poniendo entre paréntesis los principios morales,
apuntando a una exploración de aquellas prácticas relacionales que permitan a las personas alcanzar lo que entienden por
una vida digna de ser vivida.
El
construccionismo, paradigma al que adhiero, implica acción en tanto señala que
todo es construido socialmente. No acepta la existencia de valores ni verdades
absolutas, universales, categóricas, porque suponen la existencia de una única
forma de actuar. Pero nada hay en el construccionismo que niegue la posibilidad
de un compromiso moral, lo que niega es la base justificatoria de esos
compromisos cuando impulsan medidas para discriminar, excluir, descalificar.
III.
¿Bueno o malo? ¿Normal
o anormal? ¿Quién establece la jerarquía entre valores y con qué derecho? ¿se
han tomado la molestia acaso de criticar las implicaciones éticas y políticas
de sus propias prácticas y trabajos?
La ética dice Maturana, cobra presencia, cobra vida
cuando nos preocupamos y ocupamos por las consecuencias que tienen nuestras
acciones en la vida de los otros seres humanos: los efectos colaterales de
nuestro ejercicio profesional.
Tendremos
que repensar el ejercicio profesional en la salud, encerrados entre cuatro
paredes esperando a los problemas de salud o cuando incursionamos en
comunidades como si fuéramos los conquistadores del siglo XXI, más aún cuando
nos ponemos impecables guardapolvos blancos, un cartel similar al usado por los
médicos y sonreímos gratificados cuando nos dicen Doctores.
En la
educación cuando enseñamos lo que no hacemos y transmitimos textos sin
contextos, o cuando pretendemos ser sociólogos a medias o psicólogos clínicos
encubiertos. También cuando egresamos y nos sumamos a planteles docentes-supervisores
sin siquiera haber pisado la arena social, sin haber respirado la cultura
popular.
Re-pensarnos
en las instituciones de seguridad, cuando
usamos jerarquías igual que el personal de seguridad, adoptamos medidas
disciplinarias de ese sistema, cuando sentimos el poder sobre otros.
Re-pensarnos
en los programas sociales, para lo cual muchos Trabajadores Sociales hacen
Maestrías para vivir de los programas sociales:
“Don Víctor, (me decía una vecina) la verdad no se quien necesitan mas los
Programas Sociales, las vecinas o las asistentes sociales”.
Cuando
nos encontramos con colegas que no leen, no escriben, no producen conocimientos
sobre el ejercicio profesional, ni explotamos la riqueza de la práctica
profesional, sin embargo, después nos quejamos de que nos ubiquen en lugares
subalternos en relación a otras profesiones.
Tendremos
que identificar ¿qué ética circula en los discursos y en las prácticas?. Si como refiere Alayón (2004; p. 22) “para nosotros la lucha contra la pobreza
debe constituir hoy, en argentina, la gran causa nacional”. Cuidado con construir- en lugar de un Trabajo Social para
la pobreza- la pobreza del Trabajo
Social.
IV.
En
cuanto a lo político, refiere Alayón (2004; p.21) que desde sus orígenes
nuestra profesión como toda disciplina
del campo social, siempre tuvo una objetiva dimensión política, aunque no
siempre debidamente visualizada por
quienes la ejercemos, en algunos casos hasta negada, diría yo. Raul
Llobeta (Jujuy; 2006) expresa que desde el momento en que pensamos al mundo de
determinada manera y pretendemos un cambio o transformación del mundo que
vivimos, a través de nuestro ejercicio profesional, estamos inmersos en la
política. Nos guste o no, debemos aceptar que cumplimos una función específica
de reproducción de las relaciones sociales, esto significa que nos adentramos
al interior de las relaciones de poder de la sociedad capitalista, donde
poseemos una autonomía relativa, como en toda la historia del TS.
Aquí
aparece la actitud del/la Trabajador/a Social, diría Susana Abad (En A. Dellano
2006, p.76) y su vínculo con la tarea marcando la necesariedad de una
implicación etico-política con la problemática que aborda y aquí ella se hace
otra pregunta ¿hasta adonde llega ese
compromiso con las problemáticas que aborda? En cierto momento se habló de
un TS militante, comprometido con el cambio, con la transformación, pero ¿cuál es el cambio o transformación que propuesto por una profesión que generalmente
desempeña funciones en organismos oficiales?¿cuál es la actitud del TS, cuando
esa concepción de cambio no es concordante con el organismo oficial? ¿Cómo juega aquí lo ético y lo político? ¿Hacia
qué dirección se inclina la balanza?
Esas
respuestas las encontramos en la práctica
social cotidiana, es allí donde construimos LA ETICA Y LO POLITICO en
nuestra profesión.
ANEXO
NARRANDO LO COTIDIANO
Entre los
africanos, cuando un narrador llega al final de un cuento, pone su palma en el
suelo y dice: aquí dejo mi historia para que otro la lleve. Cada final es un
comienzo, una historia que nace otra vez, un nuevo relato, un nuevo cuento. AsÍ
se abrazan quien habla y quien escucha, quien escribe y quien lee. Espero que
éste, mi cuento, mi historia, mi experiencia al finalizar este encuentro, permita nacer otra historia, llevada por
otro.
La invitación es pensar lo Ético como una construcción
social que involucra personas en
relación y lo político como acción situada,
comprometida con la transformación de la vida social. Continuaré mi ponencia, siendo fiel a mi estilo con relatos
reflexionados o a reflexionar sobre la práctica profesional que circula a mi
alderedor, prácticas que me llevaron a preguntarme donde está lo ético-político en trabajo social? Por donde circula?
Transita por la práctica social o solo en los discursos?
Ej.1.
Recuerdo haber leído una experiencia en penitenciaría,
donde el psicoanalista en una reunión
de equipo, daba su diagnóstico de una persona privada de libertad a
quien había entrevistado en varias ocasiones. Su razonamiento era más o menos
así:
“Fulano no delinquió por que
si nomás, su personalidad determinó esa conducta delictiva, su personalidad
está determinada por una cierta estructura de personalidad y como las
estructuras no se modifican, ergo, volverá a delinquir. Asi que...nada más que
hablar y hacer.
O peor aún cuando el “fulano”
tiene la desgracia de poseer un coeficiente intelectual alto, es un psicópata.
Ej.2.
Mustieles Muñoz, en una experiencia con
adolescentes en la Universidad del
Comahue reflexiona sobre el diagnóstico realizado con adolescentes (muy similares a los que
encontré y me encuentro cada tanto en mi actual desarrollo profesional), ¡de
terror!
“ adolescentes sin proyecto
de vida, bastante abandonados a la suerte de la cotidianeidad, con nula
autoestima, autovaloración y reconocimiento de si y del otro. Esta es la
realidad encontrada. Por cierto que en todo este epígrafe pareciéramos
vinculados a ciertas concepciones tradicionales de trabajo social tradicional,
y no tan tradicional.¡Qué conciso diagnóstico! PATOLOGICO.
¿Y las potencialidades?, ¿las capacidades?
Ej. 3.
Por otro lado y para actualizarnos en los
antecedentes, a inicios de este año, me encuentro con colegas incorporados en
Programas Nacionales de Formación en Servicio, con categoría de postgrado en
Medicina Comunitaria, que en sus narrativas y relatos muestran disconformidad
con los objetivos, con las estrategias para abordar la salud comunitaria, de la vigencia e imposición del modelo médico
hegemónico, del modo de concebir la participación de la gente, etc., y
paradójicamente terminan, yo los veo en las calles del barrio, haciendo aquello
que critican. En una reunión de equipo de esos Centros Integradores
Comunitarios donde estuve presente y acompañados de algunos vecinos, los
colegas renegados silencian su voz, ante el médico-capitán del barco.
Esta situación me llevó a elaborar una hipótesis que
fue confirmada luego por una colega:
“¡escuchame Víctor me
pagan $1200 por capacitarme, recibo una
certificación de especialización
superior de la Nación , vamos a trabajar a la comunidad desde un C.I.C (Centro Integrador
Comunitario) y capaz que nos dan un cargo! ¿qué esperás vos?. Además me
avisaron que si hacemos un año mas, con una investigación nos dan una
Maestría...”
Al otro día, me encontré en el hospital zonal a otra colega incorporada al mismo Programa
pero en otra jurisdicción, lucía un
guardapolvo blanco impecable, sobre su
pecho, brillaba una chapita con su nombre. Mientras me contaba su experiencia
en los pasillos, una señora de aspecto “humilde”, se nos acerca y le dice
- Me perdona
Dra?
- Si, (responde la colega)
- Dra, ya tengo el papel que me pidió,..
-Esperame Victor, (la Dra. se fue con la señora).
Ej.4.
Cierto fin de semana, desde el Programa Institucional
de Salud Comunitaria del Hospital donde trabajo, viajamos hacia la fría, seca y
pálida puna, la “siberia argentina” como algunos la llaman. Allá fuimos, el
Médico Fisiatra, Trabajador Social y chofer. Nos esperaba Celina, líder y
emprendedora comunitaria, había avisado que vendrían “los doctores de la ciudad” a casi 30 vecinas, de las cercanías y
otras que dejaron sus cabras y llamas a las seis de la mañana para llegar a las
diez, al lugar donde atenderíamos los mal-llamados “doctores” pues los profesionales éramos el Médico y el Trabajador
Social. El médico debía evaluar a cada “paciente” (palabra
que viene de paciencia, sobre todo a los médicos) y certificar grados de discapacidad, el Trabajador Social: debía certificar
pobreza. Cada situación, un mundo complicado. Recorrí el pueblo mientras
realizaba visitas domiciliarias, siempre acompañado de Celina. En la Plaza me encontré con
adolescentes lugareños con gorras de estilo Yankee, pantalones anchos, bailando
Hip Hope, Rap, etc. alrededor de enorme parlantes. En el fondo flameaba en la
puerta de una casa, nuestra Wipala, (emblema
multicolor que identifica a los pueblos
andinos) Le pregunté sobre la Trabajadora Social
del lugar, yo quería conocerla. Celina me respondió:
“estuvo poco tiempo aquí,
vino de la universidad y pechó pa la ciudad, ya ganó el cargo y se fue, ya se
olvidó que era de acá”
Me recordó a Sebastián
Bertucelli cuando relata en su trabajo comunitario, que un padre le dijo sobre
su hija recién recibida en la universidad
“ no se qué le paso a mi
hija en la universidad?,
vino y nos dijo que todo lo que hacemos en
ésta casa está mal, que asi no se vive
Si así la criamos aquí y de aquí la mandamos a estudiar, no entiendo
¿ qué les hace la universidad doctor?
Visité y padecí cada visita domiciliaria, cada
historia me recordaba el título de un libro de Bordieu; “La miseria de los pueblos”. Sobre todo de aquellos pueblos
olvidados como Abra Pampa. Olvidados que recuerdan y saben de solidaridad, de
agradecimiento, de entrega, pues obsequian lo que tienen, lo que producen,
hasta lo que no tienen; frutas, carnes, etc. Quienes alguna vez llegamos a esos
lugares, lejanos, sabemos de ese fenómeno de extraña y trascendente
generosidad.
Reflexiones
Finales
A veces creo que la gran paradoja de las profesiones
sociales es que deseamos ser otra cosa, o bien sociólogos frustrados o
psicólogo encubiertos, otros se tornan escritores y filósofos con el
consiguiente malestar y complejo de inferioridad que nos crea inseguridad en el
propio ejercicio profesional y fascinación por aquellas otras profesiones
Durante mi experiencia en instituciones estatales
(penitenciaria, educación, salud) en Ongs y empresas sociales, me encontré con
profesionales que discursean sobre la realidad, sobre los problemas de otros,
que investigan por investigar olvidándose
de José Martí, que enseña que “conocer es resolver”. En nuestro pueblo
se conoce para vivir, no por el solo hecho de conocer como dice Kusch (1982)
Por otro lado me encontré con pseudointelectuales que
hablan con palabras de otros, se disfrazan con palabras de otros, se cubren con
teorías de otros mundos para interpretar nuestra realidad Latinoamericana, le
temen a la práctica, la descalifican y solo intelectualizan.
¿Donde
está lo ético y lo político en nuestras prácticas?
2. Sobre la Ética
La ética es una construcción social
que involucra personas en relación, personas que ejercen una profesión y pueden
hacerlo éticamente. Para nosotros (cuando digo nosotros me refiero a quienes
nos posicionamos desde construccionismo) actuar éticamente es hacerlo con
honestidad, con respeto por la dignidad y la cultura de las personas y con el
compromiso y entrega. Entiendo la ética como actitud, simple y complejamente la
coherencia entre lo que pienso, digo, siento y hago. Es una construcción pues
al insertarnos al mundo de las relaciones se va construyendo a si misma a
través del lenguaje y de la reflexión
como proceso, Tratando de hacer menos mal del que ya existe.
Al hablar de relaciones entre las
personas implicamos la intersubjetividad, las redes de comunicación que se
construyen entre las personas. Solo en ese marco relacional, consideramos
nosotros tiene sentido. Allí cobra vida y corporeidad la ética.
Creemos y con casi 25 años de trabajo con personas en
situación de vulnerablidad psicosocial, como es mi caso, que la ética no está
en los manuales de ética. Los viví como textos vacíos de realidad, textos sin
contextos, sin personas, meros discursos de quienes imponen su docta palabra.
Por eso No creo en códigos de ética profesional producidos entorno al bien o al mal que no se articulan alrededor de una
problematizacion permanente. La ética se aprende en la práctica, en la vida
cotidiana en el mundo de la vida, en las relaciones con otros actores en
momentos y hechos compartidos. Allí entra en juego una ética en construcción.
La ética es una palabra gastada, manchada, que fue transitando por todas las bocas de
diferentes maneras me decía decía Kisnerman Natalio, mientras escuchaba su
maravillosa música clásica.
Este escrito no intenta ni quiere ser
una ética que estipule lo que debe ser o hacer una determinada profesión o un
conjunto de profesiones
Una compañera de trabajo y de lucha,
militante de lo social: la Lic. Mirtha ALARCON
(Psicóloga) en el transcurso de
nuestro trabajo comunitario en Jujuy, refería que en lo ético está lo político
y lo político esta atravesado por lo
ético, que esas dimensiones cobran vida en la relación con la gente, que no hay
otra manera de darle corporeidad social a estas dimensiones. ¡No hay otra! se cansaba
de decir mientras visitábamos los domicilios vecinales y participábamos de sus
prácticas culturales, en comunidad. Allí se vive en profundida la ética y lo político, el resto
es discurso.
Bibliografía
ALAYON, Norberto (2004) Dimensión Politica del Trabajo Social. Revista Institucional de la Escuela Superior
de Trabajo Social. Escenarios. Nro 8.
KISNERMAN,
Natalio (2001) Ética, ¿un discurso o una
práctica social? Ed.Paidós.
SCHON,
Donald A. (1996) en Packman, Marcelo. “Construcciones
de la Experiencia
Humana. Vol.I. Gedisa.1996.España.
TEUBAL,
Ruth (2006) Entrevista a Susana Abad. En
Resignificando lo grupal en el Trabajo
Social. Espacio.
Formosa, Julio 2006
[1]
Ponencia Presentada en V Jornadas de Producciones
Escritas de Trabajadores Sociales Locales. Consejo Profesional de Asistentes
Sociales de la Provincia
de Formosa. 30 de Junio y 1ro de Julio Año 2006. Ciudad de Formosa. Argentina.
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