Por Víctor Hugo MAMANÍ
(En base
al Texto de Natalio Kisnerman: Pensar el Trabajo Social-1998 y 2005 Edición
revisada. Lumen Humanitas)
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Entendemos con el maestro Natalio
Kisnerman (a quien este apartado intenta ser un homenaje por introducirnos en
este camino y de quien tomamos la mayor parte de las ideas-ejes) que el
construccionismo responde más a las necesidades y objetivos de las profesiones
insertas en lo social, constituyéndose en un enfoque epistemológico
transdisciplinario o un movimiento
intelectual como lo llamó Kenneth Gergen (Ibáñez, 2007) que nos
permite operar en el plano de las
representaciones sociales, valoraciones e interpretaciones que los sujetos le
asignan a la realidad, lo que se expresa a través del lenguaje en acciones
comunicativas intersubjetivas [2]
Como
matriz epistemológica sólo es instrumental, no es un modelo ni algo que podamos
recetar con la certeza de éxitos en la acción social. Como
dice Esther Pérez [3] “… les diría algo más, desconfíen de todo el que les de una receta, por que la
receta siempre es esquemática, dogmática, empobrecedora. Nuestras prácticas son
históricas y concretas, lo que quiere decir que cada una tiene que desarrollar
sus instrumentos”
El construccionismo nos facilita estar
más humanamente con aquellos que dan sentido a nuestra existencia como personas
y profesionales insertos en lo social[4] .
Nos interesan los motivos que impulsan la acción social, la significación o los
sentidos que atribuyen los vecinos y el equipo de trabajo, al proceso de la
experiencia, a medida que se van cumpliendo los objetivos acordados, ya que las
situaciones sociales que protagonizamos son cruciales para constituirnos como
sujetos humanos y profesionales [5]
El conocimiento se origina como proceso
en construcción continua, emerge de las relaciones de sujetos activos, no surge
por manipulación, como tampoco es a priori a la experiencia. El
conocimiento no surge de recetas o modelos elaborados de los que saben
(técnicos, profesionales) para los que no saben (vecinos/as, pueblo). El
conocimiento es una construcción a partir de intercambios relacionales. Al ser
construido por nosotros/as en el movimiento mismo de la vida, las lecturas
posibles de lo vivenciado, son relativas a las características de la práctica
social, a la cultura y a nosotros como
actores sociales. No es posible comprender esa realidad construida y en
construcción, sin participar en su
producción.
Desde este posicionamiento, nos remitimos a
los intercambios humanos, situados histórica y culturalmente en una sociedad
dada. Las emociones, las intenciones, la memoria, el pensamiento, las acciones
y los conocimientos, las situaciones y hechos sociales, etc. son construcciones
sociales precediendo a lo individual. En dichos intercambios, las descripciones
- explicaciones, palabras y acciones,
adquieren significación entre los actores, en un contexto sociocultural.
La preocupación por “la verdad” es sustituida
por la inteligibilidad, la utilización social de los saberes y el valor humano.
Y “el no saber” del profesional para
el saber con otros[6] .
Privilegiamos
la creación permanente de significados y realidad, como un fenómeno
intersubjetivo que se da en el mundo de la vida. Al privilegiar lo social el construccionismo se vincula con el
interaccionismo simbólico, la sociología fenomenológica, la etnometodología, la
pedagogía de Vygotsky y colaboradores.
Según
Gergen[7]
remite a las fuentes de la acción humana, a las relaciones, de modo que la comprensión misma del
funcionamiento individual queda remitida al intercambio comunitario, ya que su
principal interés es lo micro social. Al tratar de articular lo que hay en el
mundo, nos adentramos en el discurso, en la narrativa y en ese momento comienza
el proceso de construcción. Lo más importante del construccionismo dice Gergen
es la reconstrucción, proceso en el que todas las suposiciones y
presupuestos acerca de la verdad, de la
realidad, lo racional y el bien quedan bajo sospecha; la democratización, en la que la gama de voces participan
en los diálogos resultantes de la ciencia se amplifica; y la reconstrucción en la
que nuevas realidades y prácticas son modeladas para la transformación[8].
Comprender
el sentido de la acción social en el contexto del mundo de la vida, desde la
perspectiva de los actores, articula los llamados paradigmas cualitativos.
Mientras el interaccionismo simbólico atribuye importancia primordial a los
significados sociales que las personas asignan al mundo que los rodea, ya que
es el significado lo que determina la acción, la fenomenología y la
etnometodología acentúan el análisis de la vida cotidiana y cómo en ella, las personas actúan desde su situación
biográfica, es decir histórica. Encaran el mundo empírico en una perspectiva
holística (ver a las personas y el escenario en el que se ubican como un todo,
en el contexto de las situaciones en que se hallan) y hermenéutica (interpretativa de los significados
utilizados en un proceso interactivo, en un contexto determinado)[9]
Construimos la realidad desde adentro y
al decir de Bertucelli Sebastián sería el paradigma de “tierra adentro”, un paradigma temido[10] por
la crisis personal y profesional que produce sumergirse en la cultura de la
vida cotidiana, la cultura popular. Comprendemos la realidad participando en su
producción, en ese juego de ideas y conceptos, recuerdos, sentimientos, que
surgen en el intercambio social, en el
diálogo y a través del lenguaje. El
lenguaje hace comprensible los hechos cuando están incluidos en un proceso
social en el que el significado de los mismos es compartido con otros, toda
conversación tiene su significado en el contexto de la vida cultural y social.
Construimos nuestro mundo de
experiencias, observando, haciendo distinciones, captando la recurrrencia,
describiendo, interpretando, conversando. Los sistémicos resaltaron la
importancia de la distinción, en tanto delimita lo que ha de tomarse en cuenta.
Dice Maturana, que los científicos
hacemos ciencia como observadores que explicamos lo que observamos. Nos descubrimos
como observadores cuando comenzamos a observar nuestra propia observación en
nuestro intento de descubrir y explicar lo que hacemos. Observar es lo que
hacemos los observadores cuando distinguimos en el lenguaje los diferentes
tipos de entidades que producimos como objetos de nuestras descripciones,
explicaciones y reflexiones, en el curso de nuestra participación en diferentes
conversaciones en las que nos vemos envueltos en la vida cotidiana[11].
El
observador se construye como tal en la observación y en la reflexión de su
propia observación, ella le revela sus
cualidades. No hay construcción sin reflexión sobre lo que construimos.
Esto es un aprendizaje que es significativo por sí mismo y que se va construyendo
en una amplia gama de situaciones y circunstancia en un proceso comunitario.
Heinz
von Foerster, insistió sobre la interdependencia entre el sistema observador y
el sistema observado, a los que consideró inseparables, cuestionando desde sus
cimientos el criterio de objetividad de la ciencia positiva. Decía que para la ciencia positiva la objetividad
“es la ilusión de que las observaciones
pueden hacerse sin un observador” [12] .
En esta misma línea Mario Ceruti señala “el
observador es el que crea un universo, el que hace una distinción y que ciencia
es el arte de hacer distinciones”. Ceruti también afirma que “aunque un mismo fenómeno sea observado por
varios observadores que comparten similares bases conceptuales, la observación
es asimétrica, en el sentido que el conocimiento se construye en el anudamiento
irreductible de las historias individuales, de los acontecimientos
irrepetibles, de los cortes efectuados, de las motivaciones ideosincráticas”
[13]
Al
articular las distintas observaciones en torno a una situación, el discurso
narrativo se logra mediante la participación de todos, construyendo y
sustentando una forma de vida cultural. De este modo el conocimiento se va
construyendo desde lo relacional a través de interpretaciones sucesivas cada
vez más abarcativas. La vivencia se transforma en experiencia y ésta construye
la teoría explicativa de la misma. A medida que se van incorporando más información a la teoría esta se hace más
extensiva. Más que hablar de confirmación de hipótesis, corresponde hablar de correlación entre lo
observado y la comprensión que de ello tiene el observador.
Dice
Lynn Segal, “para comprender el mundo hay
que comenzar comprendiéndonos a nosotros mismos, los observadores”[14].
Von Glasersfeld expresa que “saber quiere decir poder comprender”, en el
ámbito de la práctica en la que el discurso tiene lugar, porque ese discurso no
es independiente del hombre que verbaliza sus problemas[15]. Y
esos problemas ocurren en una sociedad, la comprensión de lo dicho hace que la
comunicación pueda proseguir, solo la comunicación puede reforzar la
comunicación. Esto es lo que llamamos recursividad, como proceso que
vuelve sobre sí mismo, como si fuera una espiral. Lo que nos dice esa persona
es aceptable pues es su verdad, que afirma un estado de cosas que podemos
correlacionar con la narrativa de los
otros, y así por razones suficientes, afirmar que es posible que lo narrado sea
verdadero. Podríamos decir que hemos construido una comprensión explicativa,
que situamos un hecho particular en una secuencia comprensible de motivos que
responden a una regularidad empírica verificable Ese operar con otros construye
el conocimiento.
Maturana
aporta conceptos elementales para el análisis de esta teoría; pensar: es formar, relacionar y examinar
ideas y conceptos. Acción: es todo lo
que hacemos en un ámbito operacional concreto, caminar pintar, etc. Todo lo que
hacemos como seres humanos lo hacemos como diferentes maneras de funcionar en
el lenguaje. “Los seres humanos existimos
como tales en el lenguaje, en el espacio relacional del conversar, del lenguajear.
Todo el vivir humano se da en redes de conversaciones” [16] lo que también confirman Gadamer y
Wittgenstein [17]
El
lenguaje otorga vida a lo que nombra y expresa la riqueza de la vida. Las
emociones son rasgos distintivos de las relaciones, consideradas como
interdependencias intersubjetivas, es la experiencia la que nos permite
diferenciarlas. Ellas están presentes en cada uno de nuestros actos, son parte
de la vida misma. Nuestros deseos e intereses constituyen las preguntas que
planteamos y la intencionalidad de la acción cuando hacemos ciencia. Son
nuestras conversaciones, en las que participamos cuando hacemos ciencia, las
que determinan el curso de la ciencia. Todo lo que hacemos en nuestro ámbito de
experiencia es a través del entrelazamiento continuo de coordinaciones
consensuales de emociones y lenguajes o cuestiones para estudiar y explicar
científicamente fuera de nosotros[18]
Hablamos
de algo coherente o no contradictorio, más que de verdad. O bien precisar su
valor de uso, su adecuación a las finalidades que asignamos al desarrollo de
tal o cual tipo de conocimiento o actividad lo que tiene que ver con el sentido
práctico de la vida cotidiana.
Los criterios de verdad son construidos
por nosotros y por lo tanto, son
contingentes y relativos a nuestras prácticas históricas y a nuestra cultura.
La realidad siempre es realidad para nosotros, ya que es imposible hablar de una situación sin involucrarnos en ella. Concurrir al
médico o a un curandero, las prácticas con remedios caseros, son hechos que suceden, que existen, por que
los hemos construido colectivamente a través de un proceso histórico. Son
objetivaciones que resultan de prácticas instituidas culturalmente.
Sucede
algo similar con los hechos científicos. Cuando han sido instituidos como tales
a lo largo de un proceso, acaban por autonomizarse del proceso que los ha creado (separarse) y se presentan como “algo” que parece que siempre existió
independiente. El proceso de entender no es dirigido automáticamente por la
naturaleza sino que resulta de una empresa activa y cooperativa de personas en
relación, validaciones cooperativas señaló Gergen. Surgen en la conversación,
en el diálogo, en el debate entre científicos, en la acción conjunta. [19]
La
tarea científica se presenta como una conversación que va de preguntas a
explicaciones y éstas generan nuevas preguntas de una manera recursiva [20].
Según
Maturana las explicaciones científicas
se constituyen en el dominio de la experiencia del observador. Los criterios de
validación no necesitan de la objetividad, lo válido es la comunidad de
observadores, cuyas afirmaciones conforman un discurso coherente. Por lo tanto,
sólo necesitamos de una comunidad de científicos que aceptan que el criterio de
validez para dichas explicaciones se ha cumplido o satisfecho. La verdad científica, así como cualquier
otra verdad, nace en el interjuego de las interacciones y de construirse en un
espacio de las intersubjetividades en
base a conversaciones y al hecho de compartir un nudo de significaciones
comunes.
La validez
de algo, descansa exclusivamente en la consensualidad
operacional [21].
Este intercambio pragmático entre científicos permite la prediccion. La teoría, por lo tanto, tiene como funciones operar en
los procesos de transformación social y de predicción.
Por
consiguiente, no se requiere de ninguna suposición sobre la objetividad para
generar una explicación científica. Si es necesario precisar qué hicimos para
realizar la observación, para que los demás puedan tener experiencias
corroboradoras. La objetividad deriva, por consiguiente, de una multiplicación
de las subjetividades como dice Gergen. Nada es representación exacta o
correcta de la realidad, por lo tanto nada es absolutamente objetivo. La teoría
tiene pues dos funciones: operar en el contexto de las transformaciones
sociales y de la predicción social [22].
Nuestras
emociones no entran en la convalidación de nuestras explicaciones científicas,
pero lo que explicamos tiene que ver con nuestra emotividad que se expresa por
nuestro interés por explicar científicamente. “Así, la ciencia como ámbito cognitivo existe y crece como tal,
expresando siempre los intereses, deseos, ambiciones, aspiraciones y fantasías
de los científicos, sin tener en cuenta sus pretenciones de objetividad e
independencia emocional” [23]
Las
emociones constituyen la vida social misma y hay que considerarlas como
construcciones inscriptas en las relaciones. Preexisten al lenguaje y definen
la acción. La objetividad puede ser entendida como el compromiso del observador
de no permitir que sus deseos o preferencias distorsionen o interfieran con su
aplicación, los criterios de validez de la explicación científica. Las
pretenciones de objetividad desde el construccionismo, tienen que ver con
pretensiones morales ya que es un operar ético que permite aceptar que “no hay verdad absoluta, ni verdad relativa,
sino muchas verdades diferentes en muchos dominios distintos” [24] y
evitar caer en cualquier tipo de fanatismo. Al admitir que ninguna teoría puede
garantizar la verdad, se esta admitiendo que la ciencia es abierta al
intercambio entre los diferentes saberes.
Nuestro
enfoque no cuestiona el conocimiento científico, sino su ideología depositada
en el poder que los científicos se asignan. Cuestiona su absolutismo, la
autoridad que confiere a la especialización, su retención de reflejar la verdad
de las cosas tal y como es. Nuestro posicionamiento se nutre en la visión de una nueva “epistemología de las prácticas reflexivas”,
describiendo al conocimiento en acción, implicado en dichas prácticas, tratando
de alejarnos de la versión del conocimiento “aplicado” claramente insuficiente para dar cuentas de lo que
cotidianamente hacemos en nuestras prácticas [25].
Como
señaló Ibáñez [26], la ciencia es “tan azarosa, frágil, contingente, histórica y relativa como lo es toda
práctica humana”
[1] Kisnerman Natalio (1998) Lumen Humanitas. Bs.As.Argentina. En este
enfoque dialogan pluralmente, la Psicología Social de Kenneth J.Gergén y Tomás
Ibañez entre otros, la sociología fenomenológica de Alfred Schutz, Peter Berger
y Thomás Luckmann, el Interaccionismo Simbólico de George Mead, los trabajos
producidos en el campo de pedagogía por Lev S. Vygotsky y colaboradores, la
biología del conocimiento de los Neurobiólogos Humberto Maturana y Francisco
Varela, la llamada cibernética de segundo orden, de Heinz Von Foerster, el
constructivismo radical del matemático Ernest Von Glaserfeld, la teoría
sistémica de Paul Watzlawick y los
aportes de Edgar Morín. Se integran también los aportes de la Teoría Crítica de
la llamada Escuela de Francfort ( Max Horkheimer, Theodor Adorno, Herbert
Marcuse vinculados a la izquierda de finales de la década del 70 y Jurgen
Habermas, los aportes de Jacques
Derrida, la hermenéutica de Hans George
Gadamer, La etnometodología de Harold Garfinkel.
[3]Coordinadora del Área de Educación Popular del Centro Martín Luther King
de Cuba. En Educación Popular. Experiencias y desafíos. Universidad Popular
Madres de Plaza de Mayo. Lanús. 2001.Argentina. Pág.32
[4] Kisnerman Natalio (1999)
Obra citada. Pág.16.
[5] Kisnerman Natalio (1998)
Obra citada. Pág.121
[6] Kisnerman Natalio (1998)
Obra citada. Pág.121
[7] Gergen, Kenneth J., (1996) “Realidades y relaciones. Aproximaciones a la construcción social”,
Barcelona, Paidós, pág.263.
[9] Kisnerman, Natalio (1998)
Obra citada, Pág 124.
[10] Bertucelli, Sebastián (2006) “Lo que nos cambia es el pueblo”. Revista Silabario. Universidad
Nacional de Córdoba., pág.8. “El paradigma que hoy predomina es e l aeropuerto afuera. El tipo con un pobre trabajito de entrada y
salida de un barrio ya quiere comer afuera, viajar, propagarse. El tipo está
mirando para afuera, con la mirada perdida en el horizonte mientras atiende a
un pobre. Decía Jauretche que hablar de cultura popular, es molesto, es como
tirarle el saco a un tipo que está subiendo a un avión para irse: ¡ Venga , venga!, la verdad esta acá, no
adonde usted va. El verdadero conocimiento, la fuente artesiana, está en
otro lado, en una dirección totalmente inversa, que es tierra adentro.
[11] Maturana, Humberto R. (1995) “La ciencia y la vida cotidiana:
la ontología de las explicaciones científicas”, en Watzlawick, Paul y
Krieg, Peter, com. “El ojo del Observador.Contribuciones
al constructivismo”, Barcelona, Gedisa, 1995, Pág 158.
[13] Ceruti Mario, “El
mito de la omnisciencia y el ojo del observador”, en Watzlawick, Paúl, El ojo del Observador, Pág. 50.
[14] Segal Lynn, (1994), Soñar la realidad. El constructivismo de
Heinz von Foerster, Barcelona, Paidós, pág.25.
[15] Von Glasersfeld, Ernest (1995)
“Despedida de la objetividad”,
en Watzlawick, Paul, El ojo del Observador, Pág.26.
[17] Hanz –Georg Gadamer (1991) en Verdad y método. Fundamentos
de una hermenéutica filosófica, Salamanca, Sígueme, afirmó que estamos insertos en el lenguaje,
que no hay nada fuera de él, ya que forma parte de todas nuestras actividades. Ludwig Wittgenstein señaló, en sus Investigaciones filosóficas, Barcelona,
UNAM, Crítica, 1988, “que la referencia a
los objetos en el mundo solo se puede
establecer mediante el acuerdo social que es el lenguaje…, el lenguaje forma parte
de una actividad o de una forma de vida”. Para este autor, las palabras
adquieren su significado en lo él llama metafóricamente “juegos del lenguaje”,
en “el todo formado por el lenguaje y las acciones con las que está
entretejido”. Pag 25.
[18] Maturana Humberto (1995) Obra citada, Pág 179.
[19] Gergen Kenneth., (1997) “La construcción social:
emergencia y potencial” en Packman Marcelo, comp., “Construcciones de la
Experiencia humana”., Volumen I. Barcelona, Gedisa,
[20] Recursiva es la ejecución repetida de un argumento o
acción hasta que una nueva idea o acción pone fin al proceso. VonFoerster decía
que la manera en que se formula una pregunta orienta el camino por el que se
puede encontrar la respuesta. Von Foerster, Heinz, “Construyendo una realidad”, en La Realidad Inventada.
[24] Luhmann, Niklas (1966) “Introducción a la teoría de los
sistemas”.México, Anthropos, Universidad Iberoamericana e Iteso. Pág.80.
[25] Schon, Donald (1996) en
Packman Marcelo, comp., “Construcciones
de la Experiencia
humana”., Volumen I. Barcelona, Gedisa, España.
[26] Ibáñez, Tomás(1992) “ ¿Cómo se puede no ser construccionista hoy
en día?. En revista de Psicoterapia. Nro 12. Págs. 22 -23. Barcelona.
España
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