ENCUENTRO
PROVINCIAL DE MADRES EN LUCHA CONTRA LAS ADICCIONES
“Embarrándonos
de Compromiso”
23
y 24 de Octubre 2013 - Salón U.P.C.N - Jujuy-Argentina
Socioterapia y Adicciones - Reflexiones sobre
la mutua elección en el vínculo
terapéutico”
1.
Introducción
El presente trabajo intenta integrar aprendizajes y
experiencias de trabajo en el abordaje
terapéutico a las adicciones tanto en Comunidad Terapéutica, Casas de Admisión
o Centros de Día, (instituciones públicas y privadas, OSC) en donde los
programas terapéuticos contienen una instancia de admisión; entendiéndola como un
momento de recepción, de acogida, de “salvataje”
de alguien que sufre con el problema de las adicciones. Este recibimiento
implica un ámbito cálido, poseedor de
una atmósfera que priorice mensajes verbales y de aquellos que no se motorizan
con la boca sino poniendo “el cuerpo”;
requiere serenidad, música, confluencia, sintonía, abrazo, firmeza, equilibrio
ambiental en la proximidad. En síntesis una enorme dosis de humanidad y
profesionalidad, que permita desplegar una invitación a dejar escapar en el
usuario, su primer SI, que incluye o debería incluir el involucramiento de su
sistema familiar. De modo que iniciemos juntos un camino de re-construcción, de
reparación, crecimiento y de re-inserción social.
Se trata de un ámbito abierto al mundo, a diferencia de
entenderlo como un “campus” cerrado
para un grupo de exploradores de lo interior… La admisión se constituye en un
campus de primera integración al tratamiento, del joven que decide cambiar su
vida, iniciando un lento camino hacia adelante y hacia arriba en su relación
consigo mismo y los otros.
La admisión es un tiempo y un espacio para conversaciones
transformantes, en el cual el joven
tiene la oportunidad de tomar decisiones diferentes de las que venía tomando,
en su recorrido vital. La admisión es un espacio compartido con jóvenes que
comparten una similar situación existencial, encuentro con otros generando la
experiencia de caminar juntos con Operadores
Socioterapéuticos, con profesionales tradicionales y con familias.
La admisión posibilita o debería posibilitar la construcción
del sentido de pertenencia, que contribuya a un reconocimiento tenido como
clave en el intento de recuperación del joven: el advenimiento de su propia
responsabilidad y protagonismo en el tratamiento. La admisión puede entenderse
en un marco residencial o no residencial.
La admisión ofrece un sistema relacional terapéutico- conversaciones
educativas, una serie de experiencias terapéuticas-educativas vivenciando
recursos técnicos que le ofrecen también la posibilidad de ayudar y ser
ayudado, ayudarse ayudando, un proceso terapéutico colaborativo. La admisión
debería irradiar la alegría de vivir, la
fuerza y el coraje de iniciar una nueva trayectoria vital. No debemos olvidar
que la admisión se constituye un sistema relacional donde residentes,
operadores, profesionales deben estar en condiciones personales y profesionales
de irradiar esa alegría de vivir, fuerza y coraje.
La admisión, espacio, tiempo, construcción relacional que se
torna terapéutica en cuanto contribuye al mejoramiento de la estabilidad
interior de los jóvenes que ingresan al sistema relacional de referencia. Ello
a través de experiencias
conversacionales, de aprendizajes lentos, progresivos, procesuales sobre lo
comportamental y el mundo de los valores.
En el sistema interaccional de la admisión ponemos en juego
instrumentos que facilitan al joven “darse
cuenta” de su propia situación en un “aquí
y ahora” comenzando de alguna manera y esencialmente su TERAPIA, lo cual
significa que las operaciones grupales y
las intervenciones individuales de los
operadores de Admisión tienen su dirección y sentido en el marco de una
PEDAGOGIA TERAPEUTICA.
2. ¿Qué
entiendo por mutua elección en el
vínculo terapéutico?
Elegí ser
Trabajador Social y me formé como Socioterapeuta
en Tóxicodependencias, entre otras especializaciones que fui adquiriendo en mi
formación profesional. A partir de esa formación inicial elegí esta manera de
crecer y digo que los usuarios de mis servicios profesionales tanto en
instituciones públicas, privadas, OSC
fueron y son los motores de crecimientos compartidos: el suyo y el mío.
Cuando por
diferentes formas y vías, se produce el
encuentro entre un usuario o futuro residente de comunidad terapéutica o centro
de día y yo, considero necesario e importante mencionar y dejar claro – entre
otras cosas- la importancia que tiene para mí lo que Jorge Bucay denomina la doble elección en el vínculo terapéutico. Esto quiere decir que no se trata de una
aceptación o una recepción fría que a modo de trámite o protocolo debe llenar un formulario con información
necesaria para la institución. Sino que debo re-pensarla como un momento de
encuentro y aceptación mutua, de admisión mutua si se quiere. Que no solo él
debe elegirme como su terapeuta o acompañante sino que yo también transitaré un proceso de elección,
es decir que yo también lo elegiré a él
– o no- como usuario de mis servicios terapéuticos-pedagógicos, o el programa
que represento.
En general
esta elección la hago en forma intuitiva y en algunos casos la re-pienso o me
re-pienso en dicho proceso terapéutico. En algunos casos, simplemente siento
que puedo y quiero ayudarlo, me gusta la
idea de acompañarlo en sus nuevas construcciones existenciales y asumo el
desafío. El y su circunstancia, despiertan mi interés. A partir de la doble elección
que solemos hacer en dos o tres conversaciones, comenzamos a trabajar
colaborativamente JUNTOS
Entonces
aquí se construye un vínculo no jerárquico, pues yo no soy un genio que tiene,
que puede y quiere frente a un tonto que
no quiere, no tiene ni puede. No soy alguien que todo lo puede frente a quien nada
puede hacer. Solamente considero que somos dos personas con distintas historias
de vida y experiencia culturales, que construimos históricamente distintas
maneras de ser, de pensar, de sentir, de
hacer.
Claro que
por las características de la situación que lo trae a consulta, y la relación colaborativa que le propongo,
seguramente le prestamos mucha atención a su problemática personal más que a la
mía, pero esto es debido a que suponemos que hay una cantidad de cosas que yo tengo estudiadas,
vistas y experiencias de trabajo capitalizadas. Creo que hasta cierto punto, esa
es mi única ventaja. La ventaja de él o ella,
es que sin ninguna duda sabe mucho más de sus problemas que yo. De allí
que el aporte de ambos en una nueva construcción colaborativa, las
posibilidades de cambio y crecimiento se incrementan, se multiplican, se
expanden. No solo las del joven o adolescente que llega a consulta, de los
grupos en que participa, sino también las mías.
Cualquier
construcción relacional con el otro, cualquier conexión con el otro desde
nuestros aspectos “saludables” me
enriquece en sí mismo y más aún cuando puedo dar de mí, de mi persona y mi
formación profesional. Suena paradójico enriquecerse dando y no acumulando, y
sin embargo lo concibo así. Sucede que desde la experiencia, cuando doy mi
tiempo, mi escucha, mi comprensión, expongo mis narrativas, mis
interpretaciones, mis sugerencias, me brindo, ofrezco, y el acto de recibir del
otro es vivido por mí como una entrega
también de su parte… Del mismo
modo, me entrego al otro cuando recibo lo que me da: su tiempo, su escucha, su
narrativa, sus interpretaciones del mundo y lo que le pasa, su historia, etc.
Es
así que desde mi profesión, me enriquezco permanentemente. En esta relación que
propongo y que trabajo, encuentro que lo terapéutico-pedagógico no es solamente
una interpretación del pasado, tampoco
una medicación justa, ni un consejo “sano” presentado como verdad. Lo único
terapéutico-pedagógico es el vínculo construido entre ambos. Eric
Berne lo define como un «compromiso bilateral explícito de seguir una línea de acción
bien definida»
(Berne, 1983)
El contrato terapéutico tal vez sea la
manifestación humanista más precisa y contundente de la psicoterapia
transaccional. Sin la construcción de un contrato o acuerdo de trabajo
terapéutico, podemos dudar que la actividad terapéutica pueda encuadrarse en el
ámbito transaccional. Un contrato terapéutico es un acuerdo, consentido entre
el facilitador o terapeuta y el usuario de su servicio. La misión es propiciar
el cambio de conducta del cliente, directa o medialmente. En tanto que es
acuerdo, ha de estar expreso (verbal o escrito) y referido a los objetivos,
etapas y condiciones del tratamiento.
3.
Construyendo una relación significativa
La
experiencia de trabajo en adicciones con personas privadas de libertad me
permitió descubrir que cuando mas auténtico
puedo ser en la relación, mayores posibilidades tengo de éxito en procesos
pedagógicos y terapéuticos. Esto significa que identifico mis sentimientos
frente a ese otro, y no ofrezco una fachada externa, no la “careteo”. Ser
auténtico implica también la voluntad de ser y expresarme, a través de mis
palabras y mi conducta, expresar los diversos sentimientos y actitudes que
existen en mi, respecto al usuario y su problema. Esta es la manera que
aprendí, de construir una relación que sea auténtica, condición que reviste
fundamental importancia en los procesos que hoy nos convocan. Solo mostrándome
tal cual soy, puedo lograr que la otra persona se busque exitosamente en su
propia autenticidad.
Cuando mayor
sea la aceptación y el agrado que
experimento hacia un sujeto y su problema de adicciones, más efectiva resultara
la relación que estamos construyendo. Aceptarlo significa un cálido respeto
hacia él como persona y su familia, y su problema. Una persona de mérito propio
e incondicional, es decir, como sujeto valioso independientemente de su
condición, conducta o sentimientos. La aceptación también significa el respeto y agrado que
siento hacia él como persona distinta, el deseo de que posea sus propios
sentimientos, la aceptación y el respeto por todas sus actitudes que ha
sostenido en el pasado. Esta aceptación de cada uno de los aspectos de la otra
persona le brinda calidez y seguridad en nuestra relación; esto es fundamental,
puesto que la seguridad de agradar al otro y ser valorado como persona parece
constituir un elemento de gran importancia en una relación de ayuda.
También
encuentro la relación significativa en la medida que siento un deseo constante
de comprender; una sensible empatía
con cada uno de los sentimientos y expresiones del cliente tal como se le
aparecen en ese momento. La aceptación no significa nada si no implica
comprensión empática. Solo cuando comprendo los sentimientos y pensamientos que
el cliente le parecen horribles, débiles, sentimentales o extraños y cuando alcanzo
a verlos tal como él los ve y aceptarlo con ellos, se siente realmente libre de
explorar los rincones ocultos y los vericuetos de su vivencia más íntima y a
menudo olvidada. Esta libertad es una condición importante en la relación. Se
trata de la libertad de explorarse a sí
mismo tanto en el nivel consciente como inconsciente, tan rápidamente como sea
posible embarcarse en esta peligrosa búsqueda. El cliente también debe sentirse
libre de toda evaluación moral o diagnóstica, puesto que mi juicio, las evaluaciones de este tipo son
siempre amenazadoras.
Otra gran
característica que nos enseñó Carl Rogers es una especie de transparencia que pone de manifiesto los verdaderos
sentimientos del terapeuta, por la aceptación de la otra persona como individuo
diferente y valioso de su propio derecho y por una profunda comprensión empática que me permite
observar su propio mundo tal como él lo ve. Una vez logradas estas condiciones,
me convierto en compañero de mi propio usuario en el transcurso de la
aterradora búsqueda de sí mismo que ya se siente capaz de emprender.
Claro, no
siempre puedo lograr este tipo de relación. A veces, aún cuando crea haberla
alcanzado en mí, el cliente puede estar demasiado atemorizado (cerrado-encerrado
en su coraza, en su armadura) como para percibir lo que se le ofrece. Sin
embargo, podría afirmar que cuando soy capaz de adoptar la actitud que acabo de
describir y cuando la otra persona puede también experimentarla en alguna
medida, invariablemente surgirán el cambio y el desarrollo personal
constructivo.
En cuanto a
la motivación al cambio, durante la construcción y logro de la relación significativa en la admisión, el
sujeto va descubriendo sus capacidades
para ser protagonista de su propio desarrollo, avanza progresivamente en
la construcción y sostén de su propia
madurez, en palabras de Carl Rogers.
En un
ambiente psicológico adecuado, esta tendencia puede expresarse libremente, y
deja de ser una potencialidad para
convertirse en algo real. Esta tendencia
se pone de manifiesto en la capacidad de sujeto para comprender aquellos
aspectos de su vida y de sí mismo que le provocan dolor, angustia,
insatisfacción; tal comprensión se extiende más allá de su conocimiento
consciente de sí mismo, para alcanzar
aquellas experiencias que han quedado ocultas a causa de su naturaleza
amenazadora. También se expresa en su tendencia de re-organizar su personalidad
y su relación con la vida de acuerdo con patrones considerados más adecuados y
aceptados. Cualquiera que sea el nombre que le asignemos- tendencia al
crecimiento personal, impulso a la autorrealización o tendencia direccional
progresiva, rehabilitación , reinserción - ella constituye el móvil de la vida
y representa en última instancia, el factor del que depende toda psicoterapia.
No es sino el impulso que se manifiesta en toda vida orgánica y humana- de
expansión, extensión, autonomía, desarrollo, maduración,- la tendencia a
expresar y actualizar todas las capacidades del organismo, en la medida en que
tal actualización aumenta el valor del organismo o del sí mismo. Esta tendencia
puede hallarse encubierta por múltiples defensas psicológicas sólidamente
sedimentadas. Puede permanecer oculta bajo elaboradas fachadas que nieguen su
existencia, sin embargo, opino que existe en todos los individuos y solo espera
condiciones adecuadas para liberarse.
Intenté
describir la relación que constituye la base de toda modificación constructiva de la personalidad,
(del yo) de señalar el tipo particular de capacidad del individuo aporta a esta
relación. En una relación como la descripta, el sujeto reorganizara su
personalidad, tanto en el nivel consciente como en los estratos más profundos,
de esa manera, se hallará en condiciones de encarar la vida de modo más constructivo,
más inteligente y mas sociable a la vez que más satisfactorio. En esta relación
que proponemos el sujeto se convierte en una persona más integrada y eficiente,
cambia su auto-percepción y se torna más realista en su modo de conceptuarse a
sí mismo. Comienza a parecerse a la persona que querría ser y se valora más, se
tiene más confianza y adquiere mayor capacidad de adoptar sus propias
decisiones. Alcanza una mejor comprensión de sí mismo, llega a ser más abierto
a su experiencia, con lo cual disminuye su tendencia a negar o reprimir algunos
aspectos de ésta y comienza a aceptar mejor sus actitudes hacia los otros, pues
advierte las semejanzas que existen entre él y los demás.
Como
terapeutas y equipos Terapéuticos
Si podemos
crear desde una presencia plena, desde una relación humana colaborativa que se
caracterice por autenticidad,
transparencia, compromiso y en la cual podamos identificar-vivir los
verdaderos y propios sentimientos;
Si podemos
construir conversaciones generativas de cambios, una cálida aceptación y valoración de la otra
persona como diferente y a la vez valioso y una sensible capacidad de ver a
nuestro usuario y su mundo tal como él lo ve
Entonces
nuestro usuario experimentará y comprenderá aspectos de sí mismo anteriormente
reprimidos, logrará cada vez mayor integración personal y será más capaz de
relacionarse positivamente con el mundo.
Se parecerá
cada vez más a la persona que querría ser
Se volverá
más personal, más original y expresivo
Será más
emprendedor y se tendrá más confianza
Elaborara
sus experiencias y le otorgará nuevas significaciones, seguidas de nuevas prácticas.
Se tornará más comprensivo y podrá aceptar mejor a los demás y podrá enfrentar
los problemas de la vida de una manera más fácil y adecuada.
Crecerá, y
Creceremos.
Muchas Gracias
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA
PICHI, Mario (1977) “El
Proyecto Hombre”, Centro
Italiano de Solidaridad. Roma-Italia
MILLER, William (1999) “La
entrevista motivacional”, Paidos, Barcelona-España
ROGERS, Carl (1972) “El proceso
de convertirse en persona” Paidos,
Barcelona-España.
DE
DOMINICIS, Andrea (1990) “El Modelo Socioterapéutico” Curso de
Operadores Socioterapéuticos (Fondo de las Naciones Unidas para la
Fiscalización del Uso Indebido de Drogas- Centro Italiano di Solidarieta-Roma-Italia) Proyecto AD/ARG/87/525
PEREYRA, Mario (1996) “La
integración de la esperanza en la estrategia psicoterapéutica”. Universidad
Adventista del Plata. Villa Libertador San Martín, Entre Ríos, Argentina.
GAGGERO, Daniel (2004) “La
construcción de la Esperanza como generadora de salud integral” Centro de Rehabilitación Física Dr.Vicente
Arroyabe. Jujuy-Argentina
LOPEZ CORVO, Rafael (1994) “La
rehabilitación del adicto” ,Nueva
Visión, Buenos Aires.
GOMEZ DA COSTA, Antonio (1993) “Pedagogía
de la Presencia”, Siglo XXI. Bs.As. Argentina
[1]
Asistente Social. Socioterapeuta en Tóxicodependencias (Fondo
de las Naciones Unidas para la Fiscalización del Uso Indebido de Drogas-
Centro Italiano di Solidarieta-Roma-Italia) Proyecto AD/ARG/87/525. Magister en trabajo social (uner/fts) Integra
equipo terapéutico del programa “allinkay”-Dispositivo
Terapéutico en adicciones/centro de estudios jakasiña Jujuy-Argentina.
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